01 agosto 2017

Capitán Waleo capítulo 16: Tiempos pasados

La nave Entrom-Hetida viajaba por el espacio. Por el momento, todo estaba tranquilo. No había avisos de amenazas, ni órdenes de la Flota, ni siquiera nuevos mundos que explorar. De hecho, todos en el puente estaban aburridos.
El Oficial Keito Nimoda, quien estaba de guardia, jugaba a las cartas con Lisandra, la computadora.
Pókel de ases, Lisandla. Cleo que te toca quitalte una plenda.
El Oficial estaba ya semidesnudo, pero nadie le hacía caso.
En su camarote, el capitán Xujlius Waleo se disponía a dormir.
—¿Qué clase de simulación desea esta vez, capitán? —preguntó Lisandra con la voz sensual que reservaba para la intimidad con el capitán.
—Hoy no me apetece nada en particular. De hecho, me duele la cabeza. Me conformaría con que me contaras un cuento. Para niños, no para adultos.
—O sea, suprimo las escenas pornográficas.
—Y toda señal de erotismo. No quiero por esta vez.
Era poco habitual una petición como esa, pero Lisandra no se inmutó.

Xujlius Waleo reconoció de inmediato el entorno estelar donde había aparecido la Entrom-Hetida.
—¡La Tierra! ¡El sistema solar de origen de la humanidad!
La pantalla mostraba las constelaciones que los seres humanos conocían antes de viajar a las estrellas. La Osa Mayor, Orión, Escorpio, Casiopea, La Cruz del Sur… Todas eran visibles.
Y a la vista estaba el planeta azul, con su satélite enorme.
Pero algo faltaba.
—¿Dónde están las instalaciones espaciales? No veo el Anillo Ecuatorial, ni la ciudad L5. ¿Y las ciudades lunares? No las veo. Lisandra, por favor.
—Capitán, no veo ninguna instalación de la Flota Estelar. No responden a nuestras peticiones de tránsito. De hecho, no las capto. Tampoco aprecio ningún puerto espacial. Tengo que investigar ésto…
—¿No notaste nada raro al pasar al hiperespacio?
—Es posible, capitán. Supuse que sería un efecto distorsionante, de esos que suceden algunas veces.
—Muéstrame lo que percibiste.
En la pantalla holográfica apareció un pasillo lleno de puertas. Parecían típicas puertas para seres humanos, y entre ellas flotaba una versión de la Entrom-Hetida ridículamente pequeña. La nave cruzó una de las puertas…
—Y aparecimos en el sistema solar terrestre, capitán. Pero creo que hemos retrocedido en el tiempo.
—¿Cómo es posible? No, no me lo expliques, seguro que hablarás de perturbación en el espacio-tiempo o de algo por el estilo.
—Así es, capitán. Pura teoría, pero creo que acabamos de verificarlo.
—¿Cuál es la fecha?
—¿En la nave o en el exterior? La de la nave puedo darla sin problemas, pero para el exterior me hacen falta datos.
—¿Qué clase de datos? Has dicho que no puedes comunicarte con la base de la Flota Estelar. ¿No hay nadie con quien comunicarte?
—Aunque pudiera haberlo, capitán, creo que estará de acuerdo conmigo en que es mejor no hacerlo, para no provocar paradojas temporales.
—Bueno, seguro que como eres tan lista se te habrá ocurrido algo. Hazlo.
—Eso estoy haciendo. Observo la posición de los planetas, satélites y asteroides. Las comparo con las efemérides y así sabremos la fecha.
—Como quieras. Avísame cuando tengas algo. Yo iré al puente.
En el puente, estaba el Oficial Nimoda jugando al strip póker con la computadora. El capitán pensaba llamarle la atención por su falta de uniformidad (estaba en calzoncillos, unos boxer de tela blanca con corazoncitos rojos), cuando Lisandra le reclamó a su vez.
—Capitán, ya tengo la fecha.
—A ver, dímela.
—Estamos a 3 de noviembre de 1957.
—¡No me extraña que no existan ninguna facilidad espacial! La llegada a la Luna fue en 1969, ¿no?
—Así es, capitán. Hasta el año 2198 no se creó la primera base de la Flota Estelar. La creación del Cinturón Ecuatorial se completó en el dos mil doscientos…
—¡Déjalo, no me interesa! Estaba pensando… ¿En este año de 1957 no se lanzaron las primeras naves espaciales? No tripuladas, quiero decir.
—Así es, capitán. El sputnik-1 fue lanzado en octubre de 1957. Y el número dos, con el primer ser vivo a bordo, lo fue el 3 de noviembre.
—¿Hoy? Quiero decir, ¿ahora?
—Más o menos. Desconozco la hora exacta, pero podemos observar la base de lanzamiento. En unos minutos la tendremos en pantalla.
La Tierra fue girando, en apariencia, en la pantalla. Una región del continente mayor, Asia, estaba en el centro de la imagen. Fue ampliándose, dando la impresión de caer en picado hacia el planeta. El capitán se sujetó, pues la sensación de caída era muy fuerte.
Pudo ver cómo un anticuado cohete despegaba, soltando una enorme cantidad de humo. El capitán no entendía cómo podían tolerar semejante contaminación.
—¡Nimoda, deje eso, vístase y atienda de una vez si no quiere ir al calabozo!
—¡Sí, señol! ¿Qué clase de nave es esa?
—Un cohete prehistórico. Lisandra puede darle los datos.
En la pantalla de Nimoda aparecieron los datos relativos a la nave primitiva.
Xujlius estudiaba los datos históricos de aquel lanzamiento.
—Lisandra, has dicho que en esa nave va el primer ser vivo que fue lanzado al espacio, ¿no? ¿Qué fue de él?
—La perra Laika. Murió a bordo pues no tenían medios para recuperarla.
—¿Cómo podían ser tan crueles?
—Capitán, eran otros tiempos. De hecho, ni siquiera sabían si podría sobrevivir al lanzamiento.
—Vamos a rescatarla.
—Capitán, ¡no podemos intervenir en el pasado!
—No digas chorradas. Vamos a ver, ¿qué dice la historia sobre Laika?
—Perdieron el contacto con el animal a las pocas horas. Luego, muchos años más tarde, cuando se suprimió el secreto sobre los detalles de la misión, se supo que el calor a bordo fue insoportable. Se cree que murió de hipertermia.
—Se cree. ¿Nunca se recuperó el cuerpo para una autopsia?
—Negativo. El 18 de abril de 1958 la cápsula se desintegró al ingresar en la atmósfera.
—Por lo tanto, si recogemos a Laika antes de que muera nadie se enterará. ¿qué dices a eso, Lisandra? No habrá paradoja temporal.
—¡Muy bien, capitán!
—Bien, veo que Nimoda ya está vestido. Que él se encargue de la maniobra. Alguien debe ir hasta la cápsula, sacará a su pasajera, y dejará el resto como si nada hubiera pasado.
La Entrom-Hetida se colocó el órbita cerca de la Sputnik-2. El soldado Rambo Tedexo Zeko fue el designado para la misión. Vestido con su reglamentaria camiseta roja, bajo el traje espacial transparente, flotó hasta la cápsula y abrió la escotilla. Previamente, había colocado un recinto de aire de emergencia alrededor de la pequeña nave; así no hubo pérdidas al abrir la escotilla.
Asomó la cabeza dentro de aquel espacio tan sofocante. El calor allí dentro era infernal. Allí estaba el animal, que al verle ladró. Rambo no dijo nada, pues sabía que había micrófonos a bordo. En silencio, soltó los amarres de Laika.
Por suerte era un animal pequeño. Con casco y todo, no pesaba más de treinta kilos.
Fuera de la cápsula, Rambo comprobó el cierre de recinto de aire, que mantuvo alrededor de la perra. Colocó de nuevo la escotilla y volvió a la Entrom-Hetida llevando a la perra en brazos.
A bordo, el médico Carlosantana tuvo que ejercer de veterinario, con las consiguientes protestas, que fueron acalladas de inmediato por el capitán Waleo.

Ahora tenían un tripulante nuevo en la Entrom-Hetida. El nuevo tripulante ladraba mientras correteaba por los pasillos.
Casi todos los tripulantes estaban encantados con Laika. Solo había dos excepciones: 8UM4N05, que odiaba a las mascotas, y el ingeniero Gram Dixim-Owurro al que Laika ladraba cada vez que veía, pues no le gustaba el híbrido.
De pronto, Lisandra avisó a todos.
—¡Ahí está de nuevo la divergencia temporal!
Todos lo pudieron ver en esta ocasión. Un pasillo iluminado débilmente, con puertas enormes. O tal vez fuera que la nave se había reducido al tamaño de un dron, y las puertas tenían el tamaño normal para seres humanos.
Como fuera, la nave pasó flotando por el pasillo y cruzó el umbral de una puerta.
Aparecieron en otro punto del espacio. Las estrellas no eran las mismas…
—¡Establecida comunicación con la Flota, capitán! Nos preguntan dónde hemos estado.
—Envía un informe detallado. ¡Laika, deja eso!
Arrullado por los ladridos de la perra, Xujlius Waleo se fue a dormir.

Xujlius se despertó en su camarote.
—Lisandra, dame un informe. He tenido un sueño de lo más raro. Soñaba que capturábamos a la perra Laika tras viajar en el tiempo…
Un ladrido le hizo darse la vuelta. Allí estaba Laika, la nueva tripulante de la Entrom-Hetida.

Capítulo 17: Cuarentena
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