Zastayerama nació fuera del Cercado, pero no recordaba nada de su vida anterior. Entró cuando era una niña de tres años y todos sus recuerdos se circunscribían a uno u otro Cercado, como un miembro más de la Sociedad Libre.
Según le contaron sus padres, adoptivos, ella fue recogida de manos de una mujer que no podía cuidarla, pues no tenía con qué hacerlo. De haber seguido con ella, sin duda Zastayerama habría muerto de hambre. Por eso, ella estaba agradecida a sus padres actuales, pues les debía la vida.
Y por lo que ella sabía, no tenía motivos para dudar de la versión de su origen. A veces oía comentarios, rumores, de que fuera las cosas tal vez no eran como se decía, pero ella no hacía mucho caso de los rumores. Sólo atendía a las noticias oficiales, pues eran las únicas en las que podía confiar.
Recordaba, eso sí, los estudios en la escuela. Cada niño contaba con un cubículo para el aprendizaje individual y en él permanecía entre 20 y 50 minutos seguidos, dependiendo de la edad. Para los más pequeños, 20 minutos era incluso demasiado tiempo, pero debían acostumbrarse a centrar su atención durante ese tiempo. Luego venía un periodo de descanso y juego, y todos los chicos de edades similares se reunían en el patio. Se procuraba que en estos descansos interactuaran unos con otros: los juegos solitarios estaban desaconsejados. Zastayerama recordaba correr y saltar con los niños de su edad; sobre todo les encantaba “la selva”, un escenario virtual donde había numerosos peligros que les obligaban a huir y esconderse: serpientes, caníbales, fantasmas, leopardos, plantas carnívoras. También había tesoros, nativos amables y juguetones, flores preciosas. En el verano solía haber una charca donde se podían bañar (por supuesto, la charca era real, aunque el escenario no lo fuera).
Conforme fue creciendo, los periodos de instrucción fueron creciendo y los de descanso se fueron reduciendo. Con 10 años, ya tenía que estar 50 minutos seguidos y disponía sólo de 20 minutos para descansar. Más el descanso central, de 60 minutos como era debido.
Ya con 9 años, Zastayerama participó en el primer concurso de belleza. Todos sus tutores e instructores la animaron, pues coincidían en que su cuerpo era perfecto, totalmente acorde con los cánones. Ella preguntó el significado de esa palabra «canon», y durante algunos días su instrucción fue acerca de los cánones de belleza. Supo así que éstos habían cambiado con las modas, sobre todo en los últimos años.
Le costó entender un poco lo que significaban aquellos datos del canon vigente, pero puso comprobar que más o menos eran sus características personales, salvo por el hecho de que aún era una niña. Se presentó al concurso, alentada por sus padres, y lo ganó.
Fue una satisfacción sentirse la más bella entre todas aquellas niñas y jamás olvidó aquella sensación.
Zastayerama siguió creciendo y ganando en belleza. Su instrucción se orientó en esa dirección: como cuidar su cuerpo, como comportarte, historia de la belleza,…
Supo así que debía su perfección al control genético. Aunque sus padres eran reacios a contarlo, ella estaba segura de que antes de serles entregada, su cuerpo fue sometido a una revisión genética exhaustiva, y que se alteraron todos los genes que fueron necesarios. Ahora no tenía nanos en el interior, estaba casi segura, y así debería seguir mientras participara en los concursos.
Un requisito imprescindible para poder participar en los concursos de belleza era la total ausencia de prótesis, incluso microscópica, lo que impedía llevar nanos. Zastayerama sabía bien que con los nanos se podían mejorar todas las medidas corporales: desde la altura hasta el tamaño de los senos o la forma de la cintura. Pero era algo muy vigilado en las fases previas de cualquier concurso: el escáner corporal global era obligatorio.
Ella siguió participando, y ganando.
Finalmente, el propio Cercado se le quedó pequeño.
Zastayerama viajó en hipertren. La estación estaba en el centro del propio Cercado. Un ascensor bajaba hasta la estación propiamente dicha, a un kilómetro bajo tierra. El hipertren circulaba a dos mil kilómetros por hora (en un túnel al vacío) y conectaba todos los Cercados sin tener que cruzar las tierras conflictivas de las afueras. Era muy difícil, casi imposible, acceder a las líneas desde los exteriores y así se mantenía la seguridad.
La joven compitió con otras jóvenes de los Cercados vecinos. Y triunfó.
Zastayerama ya se estaba abriendo camino en el mundo de la moda. Posaba para los mejores modistos, desfilaba con las ropas más exclusivas, e incluso tenía ofertas para hacer películas.
Pero no se comprometía demasiado. Primero quería alcanzar lo más alto y luego ya decidiría su futuro.
“Lo más alto” era desde luego el concurso mundial. Bellas y bellos de toda la Sociedad Libre llegaban buscando el título de la Más Guapa o el Más Guapo del Mundo. El concurso era el mejor trampolín para quien conseguía el preciado título… e incluso sin conseguirlo. Un segundo puesto era casi tan bueno como el primero, en lo relativo a destacar y conseguir buenas oportunidades.
El Cercado de Manhattan era uno de los más antiguos y también de los más prestigiosos del mundo. Fundado siglo y medio atrás, después de limpiar Harlem, Bronx y otros barrios bajos, cuando los habitantes del rico Manhattan decidieron que tenían que mantener su estatus a cualquier precio y para ello instalaron el escudo que cubría la isla. Con el escudo realmente se encerraron en la isla, pero estaban convencidos de que no tenían necesidad de salir, pues todas sus necesidades se podían cubrir a distancia, y para las que no había espacio suficiente dentro del recinto. De esta forma, la isla se convirtió en el primero Cercado y el resto de la megalópolis Nueva York - Nueva Jersey pasó a ser el Exterior. En pocos años, el mismo esquema se fue repitiendo en las principales ciudades del planeta., conformando la que se llamó Sociedad Libre.
Por otro lado, la presencia de las Naciones Unidas en el Cercado, hacía de Manhattan lo más parecido a una capital de la Tierra.
Allí se celebraba el concurso del Más Guapo y la Más Guapa del Mundo.
La estación de hipertren era una de las más profundas. El ascensor que llevaba a Zastayerama junto con otros recién llegados, tardó unos cuantos minutos en subir hasta la superficie.
La sorpresa de la joven cuando salió del ascensor fue mayúscula al comprobar que se hallaba en el interior de un rascacielos. No en vano, Manhattan seguía siendo una ciudad de enormes edificios. Incluso bajo el escudo, las torres se elevaban cientos de metros sobre el suelo… y también bajo el mismo. De hecho, la propia estación del hipertren estaba en el nivel más profundo de un enorme edificio en cuya cima (¡no podía ser menos!) había un aeropuerto para despegue vertical. Y de distintos niveles brotaban las vías para vehículos automáticos que conectaban unos edificios con otros.
Zastayerama se asomó a un mirador y quedó atónita ante el espectáculo de las torres interconectadas a decenas de niveles. Abajo, muy abajo, podía ver el suelo, donde los vehículos de superficie parecían hormigas.
Superada la impresión, introdujo su tarjeta en un comunicador cercano. En la pantalla apareció la información que necesitaba.
Aparte de darle la bienvenida al Cercado, se le informaba que debía dirigirse al Hotel Saxxonfly, usando el medio que más le agradara.
Zastayerama comprobó que podía desplazarse en un monoplaza volador, por vía subterránea (el hotel contaba con una estación propia), por superficie (pintoresco, pero lento) o siguiendo el 4º nivel en un vehículo normal. Eligió esta última opción, pues le parecía la más segura y rápida: el 4º nivel de vías estaba a tres pisos por debajo. Ya tendría tiempo más adelante para hacer un recorrido turístico, bien por aire o por superficie.
El Hotel Saxxonfly tenía todos los medios para una estancia cómoda. A Zastayerama le asignaron un robot asistente para su uso exclusivo. Tenía forma casi humana, y de hecho recordaba una criada del siglo XIX. Su voz era femenina, por lo que no costaba nada hablarle, olvidando que era una máquina.
Zastayerama se encontró hablando con Cinthia, el robot, como si fuera una asistenta. Le contó intimidades, dudas, le hizo preguntas sobre la ciudad, sobre modas, acerca de la gente. Cinthia tenía una buena base de datos, y le aportó información muy útil.
El robot podía incluso salir del hotel y acompañar a los clientes por el Cercado. La joven hizo buen uso de Cinthia, quien le sirvió de guía turística, de asesor de compras, e incluso para mantenerse en contacto con los encargados del concurso.
Zastayerama estaba en una tienda viendo joyas increíbles, y preguntándose si podría adquirir alguno de aquellos collares de diamantes, cuando Cinthia le avisó:
—Señorita, me avisan de que ha de regresar al hotel. El Delegado Kuporsky desea verla lo antes posible.
—Notifícale que llegaré lo antes posible. Le indicas lo que tardaremos, que puedes calcular, y luego me buscas un transporte.
—Lo más rápido sería un volador, señorita. La llevaré a una terminal.
Por las aceras móviles, llegaron en pocos minutos a una terminal de vuelo. Con su tarjeta de identidad, Zastayerama reservó un monoplaza. No había espacio para el robot, pero eso no era problema suyo. Cinthia regresaría por sus propios medios.
El Delegado Kuporsky no pareció sentirse molesto porque Zastayerama le hubiera hecho esperar, pero ella no se confiaba. Incluso un minuto de espera producía muy mala impresión, y era un elemento negativo en su contra.
—Le pido disculpas, Delegado. No me informaron de la cita con usted, de haberlo sabido no me habría ausentado.
—No había cita, Zastayerama. Ocurre que estaba de paso y decidí esta entrevista, pues quería verla. Tiene usted muy buenas referencias. ¿Cree que tiene posibilidades?
—Aún no he visto a las otras concursantes, Delegado, así que carezco de opinión. Y no tengo opiniones preestablecidas sobre lo que pueda decidir el jurado. Me atendré a su decisión.
—Una respuesta muy prudente, Zastayerama. De todos modos, debo informarle de que el canon ha variado ligeramente. Ahora se prefieren las chicas con alturas entre 1,70 y 1,80.
—¿Cuándo fue ese cambio? No tenía noticias —la chica estaba realmente alarmada y no lo disimuló.
—Hace 45 días.
—Gracias por la información.
El Delegado se marchó y Zastayerama entró en su habitación.
Cinthia no había regresado y ella estuvo pensando en pedir otro robot, pero no lo hizo.
No se sentía con ánimos para nada, ni siquiera para protestar por la falta de robot (pese a que era culpa suya). Ella medía 1,85, lo que la situaba fuera del canon establecido.
¿Cuándo demonios había cambiado? La última vez que había concursado, hacía unos 65 días, había entrado de lleno en el canon y fue eso lo que le permitió ganar una vez más.
Pero ahora ya era difícil. No ganaría.
Tendría que dejar los concursos y buscar un puesto como modelo o algo por el estilo. Sin el prestigio que daba ser La Más Guapa…
Finalmente, se acercó el gran día. Zastayerama se encontró con las demás concursantes, pues hasta entonces no había tenido ocasión. Fue en la elección de los modelos que debían vestir durante la exhibición previa. En el concurso llevarían modeles estándar, idénticos para todas, pero el día antes posarían ante los medios con el traje de su preferencia. Zastayerama sabía bien que no debía elegir cualquier cosa, pues su criterio y su gusto para vestir serían juzgados como cualquier otro aspecto personal.
Eligió un modelo no demasiado pretencioso ni ostentoso, pero que realzaba su figura con elegancia. Como sabía que era la más alta del grupo (y así pudo comprobarlo al ver a las demás), optó por un vestido con líneas horizontales que la achataban. Si fuera algo gruesa sería una elección desastrosa, pero era esbelta. El traje tenía colores irisados que variaban al caminar, mostrando todo el espectro del rojo al violeta. También mostraba algunas partes del cuerpo pero sin enseñar nada que no debiera.
No descuidó los complementos, incluyendo un discreto collar de diamantes azules y blancos, con platino y perlas. Valía demasiado para que pudiera soñar en que fuera suyo, pero por un día podría lucirlo. Con pendientes a juego, bolso y zapatos irisados, completó su imagen.
Aún tardarían unos días en ajustar el modelo a sus medidas, pero entretanto podía relacionarse con sus compañeras. Y con los chicos del concurso masculino, todos ellos guapísimos y varoniles: en el concurso del Más Guapo se descartaban aquellos sujetos que no fueran decididamente masculinos, incluso en los detalles más nimios: más de uno fue descalificado al reconocerse homosexual… y lo mismo sucedía en la Más Guapa.
Por supuesto, los medios ya estaban encima. La seguían a todas partes y eso la obligaba a mostrar una sonrisa constante, pues tenía que ser amable por muy pesados que fueran los reporteros.
Lo que más interesaba eran los aspectos morbosos. Si había algún detalle negativo en alguno de los concursantes, era destacado y ampliado hasta lo inimaginable. Como era de esperar, de Zastayerama se dijo que era demasiado alta. Incluso se la llegó a comparar con los chicos, lo que era claramente injusto. La seguían cuando conversaba con alguno de los chicos y una imagen que la mostraba más alta que el varón fue portada en varias revistas. No sirvió de mucho que el chico estuviera algo agachado ni que se tratara del más bajo del grupo.
Por supuesto, otro tema de interés era los romances entre concursantes, lo que por cierto estaba prohibido. Había fuertes controles para evitar las relaciones sexuales y se les impedían incluso las conversaciones más íntimas; pero eso no era obstáculo para que los reporteros se inventaran romance tras romance. A Zastayerama le atribuyeron relaciones con tres hombres distintos e incluso con una concursante, y todas debieron ser desmentidas. La más difícil de desmentir fue la supuesta relación con un miembro del jurado, el Delegado Kuporsky, pero eso fue aún más importante para no indicar favoritismos.
Por fin llegó la presentación a los medios. Zastayerama vistió su traje irisado y ciertamente deslumbró a todos. Nadie dijo que era demasiado alta y las miradas de envidia de sus compañeras fueron la mejor de las felicitaciones que recibió.
Y, el día después, el concurso.
En la fase inicial desfilaban todas. Desde hacía siglos que se desfilaba en ropa de baño, y Zastayerama se enfundó la malla roja reglamentaria que le cubría todo el torso, dejando libres brazos y piernas; nada que ver que un traje de baño a la moda, pero esa era la tradición. Luego desfilaron todas en traje de día, un vestido muy discreto y femenino, con blusa plisada blanca y falda multicolor de amplio vuelo. Para terminar, el tercer desfile en traje de noche, un modelo muy vistoso de color dorado brillante, muy escotado, con líneas lisas y amplias aberturas para las piernas. Para el modelo de noche debía llevar zapatos de tacón muy alto, en cuña, lo que desde luego no favorecía a Zastayerama pues la hacía parecer aún más alta.
Mientras deliberaba el jurado, las chicas pasaron a la salita de reposo. Zastayerama pudo contar con la ayuda del robot Cinthia, para limpiarse el maquillaje, descansar y arreglarse un poco. No se atrevió a comer, pues con la tensión podía vomitar, pero sí tomó una infusión relajante.
En el jurado, el Delegado Kuporsky tenía sus propios problemas. Los miembros del grupo Celium, patrocinados por un conocido fabricante de cosméticos, habían promovido el nuevo canon con menos estatura. Desde el principio, él se había mostrado en contra y ahora tenía que padecer las consecuencias de su oposición. Todos los miembros del jurado sabían que él era partidario de Zastayerama y le hacían ver que era demasiado alta. Él, por su parte, hacía ver sus otras cualidades, aprovechando para despotricar contra el nuevo canon.
Poco a poco había logrado convencer a unos cuantos miembros más y sabía que podía contar con sus votos. Pero sólo al final, durante la selección final, sabría si había tenido éxito o no.
Ignorantes de los detalles en las deliberaciones, las concursantes aguardaban. Por fin se oyó la elección del jurado, y Zastayerama pasaba el primer corte. Nuevamente tuvo que desfilar, en traje de día y luego esperar la segunda selección.
En los intermedios habían actuaciones de grupos y artistas de relieve, pero eso no llegaba hasta la salita donde todas las seleccionadas seguían esperando.
Finalmente, Zastayerama oyó su nombre y salió vestida con la malla de baño, para la selección final.
Las doce finalistas se pasearon ante el público y el jurado. Zastayerama temía sobre todo dar un mal paso y tropezar, pero no en vano su profesionalidad se impuso y desfiló como bien sabía hacer.
Una vez más en la salita. Las otras concursantes, ya eliminadas, se habían marchado. Las doce que quedaban aguardaban el veredicto final.
Como era tradicional, primero se nombró a la tercera finalista. Una chica hindú, que salió con sentimientos encontrados. No había ganado, pero había quedado tercera, lo que ya era todo un logro.
Luego se nombró a la segunda finalista.
Era Zastayerama.
Finalmente, el Delegado Kuporsky no consiguió su objetivo. Los pagados por Celium demostraron mayor fuerza y consiguieron más votos para su favorita, una chica europea del Cercado de París, candidata perfecta para mostrar las virtudes de los nanos incorporados en sus cosméticos. Medía 1,72 metros.
Zastayerama salió por última vez, entre sentimientos contradictorios.
Le dolía no haber ganado, pero sabía bien que era por su estatura. Para muchos medios, ella resultaba ser la ganadora virtual pues no era desconocida la presión del grupo Celium para modificar el canon a su favor.
Por otro lado, si lo pensaba bien el resultado era más que satisfactorio. La Más Guapa debía participar en una serie de actos de compromiso y durante un año debería estar disponible para las autoridades de la Sociedad Libre y las Corporaciones. En ese tiempo ni pensar en romances ni, ¡mucho menos!, en un embarazo que le haría quedar descalificada. Todo eso formaba parte del contrato que debía firmar.
Pero la segunda quedaba libre de todo compromiso. Sólo en el caso de que la ganadora quedara descalificada, por incumplimiento del contrato, la segunda pasaría a ostentar la corona de Más Guapa (y con ella, todos los compromisos asociados).
Pero mientras no fuera así, Zastayerama era libre.
Libre para aceptar cualquier oferta: películas, desfiles, actos de todo tipo. Incluso podía enamorarse, pues más de un magnate le ofrecería su corazón, con ofertas que valía la pena atender incluso sin que hubiera amor de por medio. También podía quedarse embarazada y sabía que muchos de esos magnates lo que querían era tener un hijo de una belleza como Zastayerama.
Tenía tiempo para pensar y elegir.
Así que no era tan malo haber quedado segunda.
Eso sí, ella sabía que casi la mitad de los miembros del jurado eran de piel oscura.
Así que no tenía nada que ver que ella fuera la única concursante de piel morena, mientras las demás eran de piel clara.
Estaba segura de que no tenía importancia.
2 comentarios:
o_O ¿continuará...??
No tengo intención, Mary. Todas estas historias del Cercado son accesorias a la trama principal en la que estoy trabajando.
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