23 julio 2011

TRAS EL COMA

La verdad sea dicha, no recuerdo gran cosa del accidente. Yo cruzaba por el paso de peatones cuando vi llegar un coche a toda velocidad. Un fuerte dolor y oscuridad. Y eso fue todo.
Desperté 14 años más tarde. Me dijeron que había permanecido en coma todo ese tiempo.
¡Catorce años! Yo era un jovencito de 16 años, aún adolescente, ¡y ahora un vie-jo de 30 años! O así me lo parecía. Sentía mi cuerpo distinto.
Según me dijeron, todos los días me habían dado masajes para mantener el tono muscular. De todos modos me costó levantarme y dar los primeros pasos.
Tras salir del coma, no estaba aún en condiciones para enfrentarme al mundo. Tuve que hacer rehabilitación durante un mes hasta que mi cuerpo estaba ya funcionan-do de manera, digamos que apropiada.
Y tenía que hacerme una idea del tiempo transcurrido. Las cosas habían cambia-do en esos 16 años.
Ya lo esperaba, por supuesto. La tecnología había progresado. Antes del acci-dente, yo tenía un mp4, así que imaginaba que ahora habría dispositivos 3D o algo por el estilo. Teles de pulsera, ordenadores pequeñísimos y cosas así.
En ese sentido no me sentí defraudado cuando vi el primer equipo portátil que me trajeron mis padres. Por cierto que me costó un poco reconocerlos, pues ellos habían envejecido incluso más de los dieciséis años (¡la preocupación!). En todo caso, me en-cantó el aparato que me trajeron, con reconocimiento de voz y pantalla táctil (no tenía que andar tecleando ni moviendo el ratón). Pude conectarme a la red de inmediato y empezar a recibir novedades.
No aprecié nada especialmente raro hasta que vi al primer ET en una noticia. Una especie de pato azul con cuatro brazos y un equipo de respiración con mascarilla transparente. Se le veía claramente el pico. Tenía algo más de un metro de alto y cami-naba junto a un hombre y una mujer. La mujer era la Secretaria General de la ONU y el hombre el presidente de los EEUU. La noticia decía que el pato venía de Alfa Centauro, y que se hallaban en plena negociación sobre un complejo turístico en Hawai.
¡Me quedé atónito! Primero pensé que era una broma, pero se lo enseñé a mi pa-dre y me dijo:
—¡Ah, sí! Uno de los alfanos. Están por todos lados. ¡Les encanta hacer turis-mo!
—¿Pero cuándo sucedió?
—¿Te refieres al contacto? Hace ya seis años. Las cosas han cambiado bastante. Pero me ha dicho el doctor que lo mejor es que lo vayas descubriendo tú mismo. En el portátil hay un buscador, es el icono de la lupa con el globo. Úsalo y te vas poniendo al día.
—¿No puedo preguntarles a ustedes?
—¡Claro que sí! Pero dicen los sicólogos que es preferible que tú lo averigües.
—Pues ¡qué bien!
Mis padres me dieron información sobre la familia. Mi hermana se había casado, había tenido dos hijos, se había divorciado y vuelto a casar. Y ahora vivía en Lanzarote. Mis abuelos habían muerto los cuatro. Mis tíos… ¡eso no importa!
Usando el buscador, que era mucho más fácil y rápido que el Google, encontré un resumen histórico. Los alfanos habían llegado ¡al aeropuerto de Gando!, en una nave enorme que dejó las pistas rotas. Solicitaron establecer relaciones turísticas, por el mo-mento no comerciales.
Supe que seguía sin haber comercio con Alfa, pues no era fácil llevar productos de uno a otro lugar. Y respecto a las ideas, los alfanos están mucho más avanzados que nosotros, así que no tenemos nada que a ellos les pueda interesar.
Ellos sí tienen cosas que nos interesan, y eso es un problema.
Lo que sí que les gusta a los alfanos es hacer turismo. Por todas partes se han creado sitios preparados para ellos. Lo que más necesitan son respiradores, pues tienen que respirar un poco de amoniaco junto con el aire.
Y eso crea algunos problemas, porque el amoniaco huele fatal y basta que haya una pequeña pérdida para que el pestazo sea horrible. A veces, donde hay dos o tres alfanos no se puede estar. Por eso los restaurantes tienen sitios reservados para ellos, que cierran para que no se note el olor. Justo como hace años hacían con los espacios para fumadores. De hecho creo que algunos locales han hecho exactamente eso: un es-pacio para fumadores que ya no se usaba fue convertido en un espacio para alfanos.
Aquí, en las islas, los alfanos están en la gloria. Por algún extraño motivo, les fascinan los volcanes. Y como nosotros ya estamos acostumbrados al turismo, no es tan difícil acostumbrarse a las rarezas de los alfanos, después de las cosas de los chinos o los rusos, por ejemplo. Aunque ellos son seres humanos y nunca se comerían los enva-ses plásticos, por decir algo.
Bien, he dejado para el final la novedad que más me ha impactado. Incluso que la presencia de alienígenas, aunque es una consecuencia.
Los alfanos nos ofrecieron la tecnología agrav, es decir la sustentación gravita-cional. En cristiano, se trata de antigravedad, o más bien flotar sin necesidad de alas.
No me entero mucho, y eso se nota. Así que no daré más detalles.
Los sistemas agrav permiten que los coches vuelen, es así de simple. Los avio-nes no necesitan alas y pueden ser enormes; ahora hay hasta cruceros voladores, para miles de pasajeros y con varios niveles. Por lo que he podido ver, son como centros co-merciales que van por el aire; uno sube a bordo y va a donde quiere (o se queda sentado en una butaca) y ve el paisaje, o una película, o se decida a comprar. También puede comer en un restaurante o una cafetería. Y puede divertirse en un salón recreativo, jugar a diversos deportes…
Vamos, que el viaje se pasa sin que uno se de cuenta. Por lo visto, la gente viaja continuamente porque los precios son tan baratos que ir a la China cuesta como antes ir en avión a Madrid. ¡Y se tarda apenas un poco más, unas cuatro horas!
Ni qué decir tiene que también hay viajes espaciales. Hay una ciudad lunar y se habla de fundar una en Marte.
Pero los alfanos no nos han dado gratis la agrav. Pusieron una condición muy dura.
Tuvimos que eliminar los ejércitos.
¡Cuando leí eso tuve que hacer una búsqueda completa de noticias desde hace seis años! Y han sido unos años revolucionarios.
Primero se reformó la ONU. En el nuevo aparato de las Naciones Unidad sólo pueden estar aquellas naciones que renuncian a tener un ejército propio, y que a cambio reciben la tecnología agrav. El primer miembro (y durante unos cuantos meses el único) fue Costa Rica. Resultó gracioso cuando los primeros equipos agrav que se construye-ron en este planeta llevaban la frase «hecho en Costa Rica». Y lo cierto es que ahora sí que puede llamarse «rica» pues las industrias de allí son las pioneras.
¡De repente se suspendieron todas las guerras! Toda nación que quisiera dispo-ner para sí de la tecnología alfana tenía que licenciar a sus soldados de inmediato. Y fue en ese momento cuando muchos cayeron en la cuenta de que sin soldados no puede haber guerras.
Eso no quiere decir que la paz llegara de inmediato a todas partes. Seguía habiendo grupos paramilitares, ejércitos ilegales y grupos terroristas. Pero para ellos se creó la Policía Mundial.
Los Cascos Azules fueron el núcleo y muchos de los soldados ahora en paro se integraron en las Fuerzas de Policía Mundial. Es el único ejército que se permite en el planeta y sus funciones son velar por la paz en cualquier parte del mundo. O al menos en los países nuevos miembros de la ONU; me refiero a los que han abandonado sus fuerzas militares. Aún quedan unos pocos recalcitrantes que siguen teniendo ejército, y no disfrutan de la agrav. ¡Allá ellos!
Se me hace raro no ver en las noticias a los chicos con traje de camuflaje. A ve-ces se ve uno, pero lleva el casco azul y la insignia de la WPF, la policía mundial.
Y desde la ventana de mi habitación puedo ver la calle. Todos los coches pasan volando a medio metro del suelo; algunos lo hacen a mayor altura. Creo que hay dos o tres niveles de vuelo, pero no tengo claro como funciona el tráfico ahora que se puede ir por el aire. Me parece que sacar el carné de conducir es bastante más difícil.
Dentro de pocos días me van a dar el alta y tendré que buscarme la vida. Mis pa-dres me han ofrecido la habitación que ocupaba de joven, y que han mantenido libre todos estos años en los que he permanecido en coma.
Pero tendré que ponerme a estudiar y todo lo que sabía está ya desfasado, así que ni siquiera tengo una base adecuada.
Según me han aconsejado, por medio de la red podré ponerme al día, pues hay muy buenos estudios a distancia. Y luego seguiré preparándome para trabajar en algo.
En todo caso, tengo bastante claro lo que he de hacer.
Aquí no me siento cómodo, todo ha cambiado tanto que me encuentro extraño.
Así que me iré a la Luna.
Por cierto. No se si será cierto, pero dicen que en la Luna no hay alfanos.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Iba a escoger una de las "reacciones" pero no me queda claro que significan: Psss, OK y !Oh!. Es decir, no sé si Psss es mejor que !Oh! o viceversa xD
Me gustó mucho el relato, sobre todo que se iría a la Luna. Yo también quiero irme a la Luna ^^

Baldo Mero dijo...

Psss es pasable, OK, aceptable, y ¡Oh!, excelente. Pero estoy abierto a otras sugerencias, Mary