09 septiembre 2012

Laika Misión extendida


En el control de Tierra de Baikonur estaban desconcertados. Algunos no se acababan de recuperar de la celebración, y tuvieron que espabilarse a duras penas. Otros, más formales, no habían tomado más que un poco de vodka, pero se habían controlado.
Pero había un problema.
La cápsula Sputnik-2 llevaba a bordo un pasajero. La perrita Laika había mostrado que estaba viva, y todos los indicadores así lo habían confirmado. Nerviosa y acalorada, pero viva. Incluso había comido un poco.
Pero ahora se había perdido toda señal. El Sputnik aún seguía en órbita, eso era seguro, pero no había datos de su pasajero. El doctor Dimitri Malashenkov fue uno de los primeros en aceptar la triste noticia, Laika había muerto, mucho antes de lo que ellos habían esperado. (El plan original era sacrificarla después de 10 días, pues no tenían medios para recuperarla).
Como era lógico, el mundo sólo supo que Laika había llegado con vida al espacio. De lo demás, nada.

Laika estaba acostumbrada a los ruidos y a estar sujeta con un arnés. También a sentirse muy pesada y que todo a su alrededor vibraba. El amo Oleg se había dedicado a ello, junto con los otros perros.
No le pareció tan raro, por tanto, cuando la metieron en aquel lugar. Olía raro, como siempre. Le pusieron los arneses y la dejaron encerrada. Ella ladró, pero sólo para indicar que estaba preparada.
Otra vez ruidos fuertes, aunque ahora más que nunca. De nuevo, esa sensación de mucho peso, y que todo vibra. Pero ahora sentía calor, mucho calor.
Algo más tarde, una sensación nueva. No era peso, era lo contrario: Laika se sentía muy ligera, como si pudiera flotar.
Seguía haciendo calor, pero ella tenía hambre y sed así que comió aquella papilla que le habían preparado.
Pasó mucho rato, un tiempo muy largo. Laika no recordaba haber estado tanto tiempo encerrada. Ni sentir tanto calor, la sed la abrasaba.
De pronto, oyó un nuevo ruido, algo que venía de fuera. Era raro, durante mucho tiempo no había oído nada del exterior y ahora podía oír cosas.
La puerta de la cápsula se abrió y apareció lo que parecía un ser humano. Pero a Laika no le llegaba el olor, tal vez porque tenía la cabeza metida dentro de una cosa redonda.
El extraño liberó las sujeciones de Laika y la cogió con sus brazos. La sacó fuera y la llevó a un lugar enorme, lleno de luces, donde todo flotaba.
El Sputnik-2 fue vuelto a colocar en su órbita original, ahora sin su pasajera.
La nave de rescate Selene-15 activó los controles de desplazamiento temporal y abandonó el año 1957. Volvió al 2157, ahora en órbita lunar.

En la ciudad de Galileo, Laika corretea libre por el pequeño parque. Es el único animal, pero tiene a varios niños como amigos.
Aquellos niños selenitas son altos y delgados, sus esqueletos se han desarrollado bajo una gravedad seis veces menor y no pueden ir a la Tierra.
Laika tampoco puede volver a la Tierra, pero sólo porque su presencia es un secreto. Sólo unos pocos habitantes de Galileo saben que fue raptada del Sputnik-2 antes de fallecer por el calor. A los rusos no les gustaría nada saberlo.
Oficialmente, el animal fue traído desde la Tierra, y la Selene-15 fue a buscarla.
Es cierto, si omitimos el pequeño detalle de que tardó dos siglos en el viaje…

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