—¡No me lo puedo creer! —dijo.
Miró la lista una y otra vez.
No estaba en ella.
Por tanto, debía desaparecer.
Y desapareció.
LA ESPERA
—Debe usted esperar aquí —le dijeron, indicando un asiento muy cómodo.
Han pasado 385 años y aún sigue esperando.
ATERRIZAJE
—Señores pasajeros, estamos a punto de aterrizar, así que aseguren los cinturones de seguridad y agárrense bien los machos.
El avión desplegó sus enormes patas de aterrizaje y se posó en diez metros de pista.
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