12 octubre 2016

Capitán Waleo capítulo 14

Xujlius Waleo dormía en su camarote. Soñaba con seis odaliscas, jóvenes y guapas, que le ofrecían toda clase de placeres. Estaba a punto de tomar con la mano una uva que le iba a entregar una chica de rasgos asiáticos, cuando sonó la alarma.
      —¡Capitán, tenemos una emergencia a bordo! —dijo Lisandra, la computadora.
      —¡Mierda! En un minuto estaré en el puente.
      Y justo sesenta segundos después, el capitán Waleo se presentaba en el puente de la nave Entrom-Hetida.
      —¡Quiero un informe detallado, de inmediato! —ordenó.
      Al mando estaba de guardia el oficial Mal'Mbo Ta'Rte, un selenoide de Orfeo-II. Giró sus pedúnculos oculares al llegar el capitán. No dijo nada por el hecho de que tuviera los pantalones y la camisa del revés y cuadrándose sobre sus cuatro patas dijo:
      —¡Capitán! ¡Hemos salido del hiperespacio fuera de las coordenadas conocidas!
      —¿Territorio desconocido? Eso no es de extrañar, si estamos explorando. No es motivo para despertarme y...
      —Disculpe si me atrevo a interrumpirle, capitán, pero son las coordenadas las que desconocemos. Es decir, que no sabemos dónde estamos.
      —Lisandra, ¡dame las coordenadas!
      —Coordenadas desconocidas, capitán. No hay datos para establecer la posición de la nave.
      —¡Por los Wikis! ¿Y no hay forma de averiguarla?
      —En eso estamos, capitán —replicó el oficial—. Estamos estudiando las estrellas más cercanas, a ver si reconocemos el espectro de alguna.
      —¡Que venga 8UM4NO5 y preste su colaboración! ¡Pero en silencio!
      Incluso con la ayuda del robot, tardaron varias horas en localizar su posición en el espacio.
      —¡Estamos en medio del territorio chingón! —informó el robot.
      —¡Ya lo sabía! —replicó el capitán, contento porque por una vez había superado al robot.
      Y es que, en efecto, la pantalla mostraba varias naves chingonas, más de un centenar, que habían rodeado a la Entrom-Hetida.
      Con su típica forma de disco unido a una especie de tirachinas, eran fácilmente reconocibles como pertenecientes al enemigo: la Confederación Galáctica.
      La imagen holográfica de un chingón apareció en el puente.
      —¡Ándale! ¡Me llamo Lupito Cantautor y soy el padre más padre de todos los chingones! Me pregunto qué diablos hace por aquí una nave de la Federación, ¿o es que están ustedes perdidos?
      —Soy Xujlius Waleo, capitán de la nave Entrom-Hetida, código EH876-C. En efecto, estamos perdidos.
      —¡Ándale! Si eso es evidente, porque en cuanto disparemos les barreremos del espacio. ¡Claro que están perdidos! ¿Tiene algo que decir, capitán Waleo antes de que disparemos nuestros rayos chingones?
      —Disculpe, capitán Cantautor. Supongo que puedo llamarlo capitán, ¿no?
      —¡Nada d'eso! Soy padre, y así debe llamarme. Padre Lupito.
      —Pues Padre Lupito, cuando dije que estábamos perdidos me refería a la expresión literal. Hemos salido del hiperespacio en este lugar sin saber cómo. Y hemos tardado varias horas en descubrir que, sin querer, habíamos invadido vuestro territorio. Si nos dejara marcharnos sin más...
      —¡Ándale! ¡Sin más, dice el chamaco! No vamos a permitir que una nave federada entre así sin más. ¡Vamos a machacarles!
      Viendo que el intercambio de mensajes no conducía a nada, el capitán Waleo ordenó cortar la comunicación.
      —¡Activen rayos fantasmas! —ordenó—. ¡Disparen pedos-Thor!
      De inmediato, más de quinientas copias de la Entrom-Hetida empezaron a disparar a las naves chingonas.
      Las naves fantasmas acabaron con muchas de las naves chingonas, pero éstas también destruyeron numerosas naves fantasmas.
      En pocos segundos, el espacio quedó sembrado de restos, tanto de las naves fantasmas como de las chingonas.
      Por desgracia, la nave del Padre Lupito había identificado a la auténtica Entrom-Hetida. Lanzó un rayo rechingón que congeló a media tripulación.
      Todas las naves fantasmas desaparecieron de inmediato, y con ellas casi todas las naves chingonas, que ya habían sido destruidas por pedos-Thor.
      Lisandra estaba inoperativa. Con ella, tanto el capitán Waleo como el oficial Mal'Mbo permanecían inmóviles en el puente, junto con todos los tripulantes allí presentes.
      Solo en su camarote, el ingeniero Gram Dixim-Owurro comprendió que algo grave sucedía cuando notó el silencio brusco en la nave. Dejó de dolerle la cabeza de inmediato, como siempre que había una emergencia que requería sus servicios.
      Gram recorrió los pasillos y por todos lados pudo ver tripulantes congelados por el rayo rechingón. Sólo se encontró activo al soldado Rambo Tedexo Zeko, pues los runimorfos con inmunes a los rayos rechingones, como es sabido por todos. Lo mismo que el ingeniero, sólo que nadie sabe de dónde procede este último. Ordenó al soldado que le acompañara con su arma.
      En el puente, hasta el robot 8UM4NO5 estaba inmóvil, pero era porque no tenía órdenes que obedecer.
      —8UM4NO5, activa potencial de clonación —ordenó el ingeniero Dixim-Owurro.
      Al oír eso, Rambo Tedexo Zeko se estremeció de horror.
      En pantalla se podían ver siete naves chingonas, las que habían sobrevivido a la cruenta batalla. Una de ellas, por supuesto, era la del Padre Lupito.
      En pocos minutos, había siete copias del robot. Los ocho robots informaron al unísono:
      —¡Concluida la clonación a nivel siete!
      Si escuchar la desagradable voz del robot daba grima, oírla repetida ocho veces era una tortura insoportable.
      El ingeniero ordenó a cada clon del robot dirigirse a una de las naves chingonas. Una vez allí, procederían a destruirlas.
      Los siete clones salieron de la nave, moviéndose por el espacio gracias a sus motores propios. Cada uno logró entrar en una nave chingona.
      Veamos lo que sucedió en una de dichas naves:
      El robot entró y de inmediato se puso en contacto con el ordenador central chingón.
      —(Aquí robot 8UM4NO5 comunicando que la resistencia es inútil porque, de acuerdo con los planes de la Federación, el universo está destinado a ser suyo ya que dispone de potencial gravitatorio adecuado y asimismo porque ofrece mejores condiciones de afiliación, desde una perspectiva histórica que...)
      (Nota: en realidad, el robot lo que dijo fue: «KFIO455 DPPPOOÀLLOK 47855 LXDKSDKX XOLPÁÁK 455KIIKOKK POSKOEQWAE LOPERORTRTI...», pero ofrecemos la versión doblada, pues no es probable que el lector conozca el lenguaje chingón).
      El robot habló durante largo rato, horas y horas.
      Muy pronto, las naves chingonas fueron explotando, una tras otra.
      En la nave del Padre Lupito, el clon del robot seguía:
      —(...De acuerdo con el cálculo de probabilidades, la posibilidad de aparecer en un lugar aleatorio al salir del hiperespacio es mayor que cero, por lo tanto ha de ser considerada y lo correcto y adecuado sería ofrecer la posibilidad de una vuelta al territorio federado sin condiciones que...).
      —¡BASTAAAAAAAAAAAA! —gritó el Padre Lupito—. ¡Pónganme en comunicación con esos tarados de la nave federada! ¡Y que se calle ese robot!
      La imagen del padre Lupito apareció otra vez en el puente de la Entrom-Hetida.
      A diferencia de la vez anterior, Lupito Cantautor ahora presentaba la cara demacrada y la voz temblorosa, sin ese aspecto jactancioso del anterior contacto.
      —¡Capitán Waleo! ¡Me ha derrotado! ¡Pueden largarse de inmediato, sin temer más ataques chingones!
      El capitán Waleo había despertado del efecto del rayo rechingón. Al mismo tiempo, todos los tripulantes dormidos se iban despertando.
      —¡Por los Wikis! —exclamó Xujlius Waleo—. ¿No podía esperar a ver lo que quería aquella joven? Estaba muy buena y dijo que... ¡Perdón!
      La mirada de Gram Dixim-Owurro era significativa. No le interesaban un solo átomo los sueños eróticos del capitán.
      Lisandra también estaba operativa, e hizo una revisión a fondo de todos los sistemas.
      —Padre Lupito —dijo el capitán a la imagen holográfica del líder chingón—. ¿Me da usted plenas garantías de que podemos retirarnos a territorio de la Federación sin ser atacados? Prometemos hacerlo de inmediato, pasando al hiperespacio.
      —¡Las tendrá, capitán Waleo, en cuanto haya desaparecido este robot hijo de mala madre!
      Xujlius Waleo hizo una seña a Gram Dixim-Owurro.
      —8UM4NO5, ¡destrucción de clones! —ordenó el oficial ingeniero.
      En la otra nave, el clon del robot se volvió humo. En la Entrom-Hetida, casi todos lamentaron que dicha orden no fuera efectiva para la unidad original, que aún estaba en el puente.
      Lupito Cantautor respiró aliviado, y cortó la comunicación.
      La nave de la Confederación se esfumó en el hiperespacio.
      Y lo mismo hizo la Entrom-Hetida.
      —Salto a coordenadas conocidas —informó Lisandra.
      El robot 8UM4NO5 seguía en el puente. Tenía que transmitir un extenso informe a la computadora, así que emitió su conector y lo enchufó al acople de datos.
      La mayoría de los presentes en el puente prefirieron dejar solos al robot y la computadora, cuyos gemidos de placer eran insoportables.
      El oficial ingeniero Gram Dixim-Owurro se retiró a su camarote. Otra vez le dolía la cabeza, un dolor que le taladraba la espina dorsal. Tendría que llamar a ese inútil del médico Carlosantana, a ver si le recetaba algo que le pudiera calmar...

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