01 agosto 2017

Capitán Waleo capítulo 15: un turista a bordo

Lisandra interrumpió la simulación erótica que ofrecía al Capitán Waleo. Éste se sintió frustrado, pues estaba en la parte más interesante; por un momento su enfado le hizo tener ganas de regañar a la computadora, pero se controló a tiempo.
Sabía bien que si Lisandra le cortaba el rollo de esa manera sería por alguna emergencia. Aparte de que enfadarse con Lisandra era contraproducente: la próxima vez presentaría simulaciones ridículas, o incluso se negaría, argumentando cualquier excusa, como que le dolía la cabeza.
—Siento cortarle el lote, capitán, pero llega una comunicación urgente del Comandante de la Flota.
—¡Mierda! ¡Estoy en pelotas! No estoy presentable. ¡Pon una simulación de imagen!
—¡Es ilegal, capitán!
—Tú ponla. Me vestiré enseguida.
Cambió la imagen holográfica. En vez de la mujer sensual, humana de la Tierra, que representaba a Lisandra (vestida con toda corrección, aunque unos minutos antes no lo estaba), apareció un juiniano vestido con uniforme: era el Almirante Ñiki Muelax, Comandante Mayor de la Flota Estelar.
 —¡Capitán Xujlius Waleo! ¿Por qué ha puesto una imagen simulada? ¿Es que quiere que le abra un expediente? ¡Ah, claro, es que no está presentable!
—Lisandra, ¡imagen real, por favor! —respondió el capitán, dirigiéndose a la computadora. Luego añadió, ya respondiendo a su jefe—: Tiene razón, Señor, no estoy presentable. Le pido disculpas.
—¡Es que usted nunca está presentable! Prefiero verlo en ropa interior que vestido con uniforme limpio y reglamentario. Por eso sospeché al verlo así. No es que me guste verlo casi desnudo, que conste. No me gusta usted, vista como vista.
Aquello no admitía respuesta. Xujlius Waleo aguardó a que el comandante explicara las razones de su llamada.
—Bueno, Xujlius tenemos una misión que solo usted y su gente pueden realizar.
—Me llena de orgullo, Señor, que haya pensado en nosotros como los más adecuados. Seguro que se trata de algo muy peligroso, ¿no es así?
—Pues no. Ocurre simplemente que nadie más quiere aceptarlo. Se trata de aceptar un pasajero muy distinguido y llevarlo de turismo. Es el heredero de la Emperatriz Olegarda, de Flutix-5.
—Señor, ¡no somos un crucero turístico!
—¡Ya lo sé, idiota! Se trata de una petición que la Emperatriz me ha hecho llegar de forma directa. Es un capricho de su niño, viajar en una nave de la Flota Estelar. Y he de recordarle un par de cositas. La primera, que un buen resultado de esta gestión podría ayudarme a ignorar ciertas faltas por su parte, como la habitual falta de uniformidad cuando entro en contacto con usted, y ese intento de engañarme con una simulación. ¿Queda claro?
El capitán tragó saliva.
—¡Sí, Señor!
—Y lo segundo, que nos interesa mantener buenas relaciones con Flutix-5, que está considerando la posibilidad de salir de la Federación y unirse a los Confederados. Eso sin olvidar que hay cerca de cien mundos que harían lo mismo que Flutix-5. Por lo tanto, nos interesa que ese cachorrito de la Emperatriz se quede contento.
—¡Haremos lo que esté a nuestro alcance, Señor!
—Eso es todo. El joven se llama Tintín Heho y llegará en una lanzadera en cosa de unos minutos.
El capitán se disponía a preguntar cómo era posible que una simple lanzadera pudiera viajar de Flutix-5 hasta donde ellos se encontraban, pero la comunicación se cortó. Aparte de que se suponía que la localización de las naves de la Flota Estelar era materia reservada...
Como fuera, era asunto del Comandante.
—Capitán, una nave desconocida ha aparecido del hiperespacio. Preparadas todas las armas. ¿Disparo, señor?
Era el oficial de guardia en el puente, el teniente Luxor, un recién graduado de Laralala-16. Como muchos reptiloides, era partidario de aplicar las normas en el sentido más estricto.
—¡Teniente! ¿Se ha identificado la nave como enemiga? No puede disparar a una nave sin saber si es enemiga.
—Señor, me permito recordarle el punto 56 del Tratado de la Federación. En el epígrafe cuarto, dice expresamente que…
—Sé muy bien lo que pone ese epígrafe, teniente —luego le pediría a Lisandra que le pusiera el texto, porque no recordaba nada—, pero hemos de estar seguros antes de disparar. Solicite identificación a la nave desconocida.
—El texto a que se refiere el teniente dice que «Toda nave sin identificación será tratada como enemiga por parte de la Flota Estelar» —intervino Lisandra, en la pantalla del camarote.
—Señor, ¡la nave se identifica como el yate espacial «Joyita» de Flutix-5 —anunció el auxiliar Fresntgongo.
—Es la lanzadera oficial del heredero al trono —informó Lisandra, ahora para toda la nave.
—¡La nave solicita acceder a bordo! —dijo ahora Fresntgongo.
—Concédale permiso. ¡Y que forme la tropa en el patio! Yo mismo le daré la bienvenida a ese Tintín.

Minutos después, todos los soldados de guardia formaban para revista en el patio de la nave, un espacio bastante grande situado junto al garaje. El capitán junto con el teniente Luxor esperaban al heredero Tintín.
Apareció un kilotiano de menos de un metro de altura (incluso era alto para ser un kilotiano), vestido con una ropa que emitía luces cegadoras. No había forma de saber el color de sus prendas, pues las luces lo impedían.
Tras él, apareció un robot, idéntico a 8UM4N05.
—Permítame darle la bienvenida a bordo, Majestad —exclamó el capitán.
—Xujlius Waleo, supongo, ¿no? Una nave muy interesante. No está nada mal. Espero que haya dispuesto un alojamiento adecuado para mi persona. Mi asistente, M4Y0RD0M0, se ocupará de esos detalles. ¡Lléveme al puente!
No lo pidió. Lo ordenó. Lo exigió sin pensar que su deseo pudiera dejar de cumplirse.
Xujlius sintió que el heredero le caía mal de inmediato. Pero lo acompañó al puente, dejando atrás al robot y al teniente con el resto de la tropa. Por cierto, el heredero ni se molestó en pasar revista a los soldados allí formados.

Los problemas surgieron de inmediato. El robot M4Y0RD0M0, tan repelente como 8UM4N05, exigió un camarote más espacioso para Tintín. El único espacio que parecía adecuado era el camarote del capitán. Pero antes de privar al capitán de su espacio, 8UM4N05 sugirió quitar la mampara que separaba los camarotes de los oficiales Nimoda y Willians, y así pudieron disponer de un camarote adecuado para el príncipe.
Los oficiales Keito Nimoda y Yon Willians ocuparon el camarote del Teniente Luxor, quien a su vez se mudó al de Jajá Jojó, compartiendo el espacio con el lenomorfo.
El robot asistente se ocupó de acondicionar el nuevo camarote. Entretanto, Tintín se entretenía en el puente.
—¿Y no podríamos disparar uno de esos pedos-Thor? ¡Ande, capitán!
Había un planeta deshabitado a poca distancia. Xujlius Waleo dio la orden y un pedo-Thor salió en su dirección. La explosión resultante dejó al planeta convertido en una masa de asteroides en expansión.
—¡Yupi! ¡Qué guber!
Más tarde, el heredero en su camarote solicitó de Lisandra una simulación. Como la computadora carecía de referencias, el robot M4Y0RD0M0 se conectó para transmitirle los datos pertinentes. Los gemidos de placer fueron escandalosos, y 8UM4N05 se puso muy celoso.
Al día siguiente, Lisandra le informó, en tono pícaro al capitán, que Tintín era mucho más sofisticado a un nivel erótico que él mismo.
—Esas simulaciones que me pidió. ¡Uf!
 Al poco, el robot asistente se presentó ante el capitán.
—Mi señor Tintín desea viajar al núcleo, capitán. Quiere ver el agujero negro central.
—¿Al núcleo? ¿Pero es que se cree que somos un taxi para llevarle a donde desee?
—Me permito recordale al capitán que mi señor Tintín es el heredero al trono imperial de Flutix-5.
—El robot tiene razón, capitán —intervino Lisandra.
—De acuerdo. Dígale a ese gili… ¡perdón! Dígale a su majestad que en unos minutos entraremos en el hiperespacio.
—Aviso a toda la nave —anunció Lisandra por los altavoces—. Pasaremos al hiperespacio y saldremos en las cercanías de un agujero negro. Tomen las debidas precauciones.
Por toda la nave se procedió a sujetar todo aquello que estuviera suelto.
La Entrom-Hetida pasó al hiperespacio y poco después apareció en medio de una enorme aglomeración de estrellas.
Había estrellas en todas partes, el cielo era brillante, hasta el punto de que no parecía haber noche. Estrellas de todo tipo y tamaño, algunas tan cercanas que parecían tocarse.
Solo hacia proa de la nave aparecía un punto oscuro. No era propiamente un punto, era una forma enorme, inmensa, lejana pero cuyo efecto se notaba a varios años luz.
Era el agujero negro central de la galaxia, con una masa de millones de soles, que se tragaba hasta la misma luz de las estrellas. Como se tragaría a la Entrom-Hetida si se acercaba más de la cuenta.
Toda la nave vibraba y temblaba por los efectos de las tensiones gravitatorias producidas por el agujero negro. Una pantalla en el puente se agrietó y saltó en pedazos; ni Tintín ni el capitán se inmutaron, pero más de un tripulante se sentía a punto de defecar.
—¿No podemos acercarnos más? —preguntó Tintín.
—No, pero si lo desea le podemos ofrecer una lanzadera para que se aproxime.
—Con el permiso de mi señor Tintín, no creo que sea buena idea — sugirió el robot asistente.
—Bueno, lo veremos desde aquí.
«¡Lástima!», pensó el capitán.
—¡Está muy guber! —comentó el heredero al trono.

Una semana después, Xujlius Waleo exclamaba solo, en su camarote:
—¡Prefiero a los chingones! ¡A los seres de plasma! ¡A las mamasónicas! ¡Arruinarme con Fido Dildo! ¡Que me disparen con un cosquilleador de repetición! ¡Que me trague una Madre Estelar! ¡Lo que sea, antes de seguir aguantando a ese… heredero!
—Le informo, capitán, que la tropa está a punto de sublevarse. No les gustó que el heredero Tintín les ordenara hacer carreras por los pasillos. Sobre todo porque los obstáculos que mandó poner no se han retirado y muchos tropiezan con ellos a cada rato.
—¿Por qué no los han retirado?
—Porque todos los robots de asistencia están oyendo el discurso de M4Y0RD0M0 sobre la servidumbre. Y por lo que he podido oír, es posible que luego debamos enfrentarnos a una rebelión robótica, ¡a bordo!
—¡Que 8UM4N05 se encargue!
—Él también está presente. En todo caso, me permito recordarle que en dos horas está prevista la partida del heredero.
 —¿Dos horas? Lisandra, ordena saltar al hiperespacio para volver al mismo punto espacial dos horas más tarde.
—¡A la orden! —la propia Lisandra parecía estar contenta con la orden.
A los pocos minutos, Tintín Heho se despedía del capitán.
—Ese viaje por el hiperespacio no me fue notificado, capitán. Y observé que el tiempo pasó muy deprisa.
—Orden secreta del Comandante de la Flota, Majestad. Espero que haya disfrutado su estancia a bordo.
—¡Oh, sí! ¡Ha sido muy divertido! Le voy a pedir a madre que me organice otro viaje turístico como éste. ¿Podría ser en esta nave, capitán?
—Le sugiero que solicite cualquier otra, majestad. Debería conocer otras naves de la flota.
—Ya lo veremos.
Poco después, el yate Joyita se separó de la Entrom-Hetida y saltó al hiperespacio.
El capitán Waleo sintió que podía respirar tranquilo.
—Capitán —avisó Lisandra—. Todos los robots de la nave se niegan a cumplir su función. 8UM4N05 quiere hablar con usted.
«¡Mierda!» pensó Xujlius.

Capítulo 16: Tiempos pasados
Enlace al capítulo 1

No hay comentarios: