07 diciembre 2011

FECUNDACIÓN

La sonda espacial «Espacio Profundo» ha alcanzado su destino: la nube molecular entre las estrellas. Durante largos años había mantenido los sistemas al mínimo pero ahora, alcanzado el objetivo, todos ellos se han activado. Todos menos una cámara de UV, pero nada es perfecto…
Se abren portezuelas, se despliegan antenas, se disparan chorros de los motores de posición.
Salvo la dichosa cámara, todos los equipos empiezan a tomar datos y a transmitirlos hacia la lejana Tierra, a donde llegarán varios años más tarde.


Durante millones de años, las moléculas y partículas sólidas de la nube habían mantenido un total equilibrio. Sustancias orgánicas de gran complejidad se habían formado muy despacio, cada vez que algunos átomos o moléculas más simples habían chocado llevados por sus vibraciones al azar. Pero, fuera de ese movimiento propio de las moléculas, nada se movía en la enorme nube. Ni una sola partícula de hielo tenía tendencia a agruparse con las demás.
Pero he aquí que ha aparecido un elemento nuevo y perturbador. Un objeto enviado por seres vivos de un planeta cercano está provocando movimientos entre las partículas heladas. Algunas se acercan y se ven atraídas por sus fuerzas gravitatorias. Se funden para formar una masa mayor, que a su vez atraerá a otras partículas…


El objeto, la sonda «Espacio Profundo», prosigue su camino. Ya ha cumplido sus dos funciones.
La primera, transmitir los datos a la Tierra de la nube molecular de donde procede toda la vida del Sistema Solar.
La segunda, permitir la formación de nuevos cometas que servirán para que la vida aparezca en otros planetas.
La nube ha sido fecundada una vez más.

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