24 octubre 2014

Nuevas Aventuras de Gu luxan

      En el País Donde Nunca Pasa Nada vive un diminuto señor llamado Gu Luxan. No se diferencia gran cosa de los otros diminutos señores del País donde Nunca Pasa Nada: son todos ellos diminutos señores y diminutas señoras, y hasta los niños son diminutos. Pero Gu Luxan tiene una terrible desgracia sobre él: en el País Donde Nunca Pasa Nada le pasan cosas, precisamente a él, a Gu Luxan. Y no son cosas corrientes, por cierto; ¡le pasa cada cosa al pobre Gu Luxan!
      Cierto día, estaba Gu Luxan viendo la radio mientras oía la televisión, cuando tocaron a la puerta. Al abrir vio a dos vacas, una blanca con manchas negras y la otra negra con manchas blancas.
      —¡Buenos días! —saludó Gu Luxan—. ¿Qué desean?
      —¡Muy buenas! —respondió la vaca blanca y negra—. Soy la vaca Minando quien a todas partes va caminando.
      —¡Y yo soy la vaca N’tando, la que siempre va cantando! —dijo la vaca negra y blanca.
      —¡Somos Las Tres Vacas y le invitamos a visitar nuestra granja!
      —Pero si son Las Tres Vacas, ¿dónde está la tercera? —preguntó Gu Luxan
      —¡Esa vaca se llama Gando, y tuvo que ir al retrete! — dijo la Vaca Minando.
      Gu Luxan acompañó a Las Tres Vacas, que eran sólo dos; tras un largo camino, llegaron a una granja, en cuya puerta un cartel luminoso y sonoro anunciaba:
      “SEÑORES: ÉSTA QUE AQUÍ VEN ES LA GRANJA MONDE JABUGO, LA GRANJA MÁS MODERNA DEL MUNDO”
      Y Gu Luxan entró, seguido de Las Tres Vacas, que ya eran tres pues la tercera se les unió en la puerta. Era mitad blanca con manchas blancas y mitad negra con manchas negras pero Gu Luxan no quiso repetir su nombre, porque olía mal.
      Gu Luxan entró, por tanto, a la Granja Monde Jabugo. Era la granja más moderna del mundo, y así lo pudo comprobar enseguida Gu Luxan: todas las vacas disponía de ordeñador personal.
      La Vaca N’tando le mostró, orgullosa, su ordeñador personal. En vez de ratón, tenía un gato, y con él se podía conectar a InterNata.
      Las otras dos vacas aparecieron de pronto a buscarla, y la Vaca N’tando se tuvo que ir, dejando a Gu Luxan solo con el ordeñador personal.
      En la pantalla, un mensaje decía:
      “Pulse con el rabo para entrar en InterNata”
      Gu Luxan, que no tenía rabo, pulsó con el dedo.
      Se oyó un sonido de alarma, y apareció otro mensaje:
      “¡Error! ¡Debe pulsar con el rabo!”
      —¡Pero si yo no tengo rabo! —exclamó Gu Luxan.
      Y el ordeñador personal, que lo oyó,  contestó con otro mensaje:
      “Puede usar la nariz”
      Y Gu Luxan tocó la pantalla con la nariz, seleccionando la opción para entrar en InterNata.
      Sonó música de fanfarrias, con trompetas, tambores y clarines, acompañada del bramido de cien elefantes y el rugir de doscientos leones. Pero sobre todo ello sonaba una flauta y un timbre de bicicleta. En la pantalla apareció un enanito gigantesco, portando un cartel que decía “BienVenido A InterNata, SeÑor GuLuxan”
      Gu Luxan movió el gato y desapareció el enanito gigante para ser reemplazado por una pantalla de color azul. La pantalla resultó ser una persiana, que al levantarse mostró un furuñuco rosado. Tenía 385 ojos, todos de diferente color y tamaño.
      Gu Luxan, aunque ya lo conocía, preguntó:
      —¿Esto qué es?
      —Soy un furuñuco rosado, ¿no lo había notado?
      —¡Tiene razón, ya me he dado cuenta! ¿Y qué hace usted ahí en InterNata?
      —Vengo a buscarle, Señor Gu Luxan, de parte de la Señora Araña Tejedora de Persianas.
      —¡No quiero comprar ninguna persiana de artesanía!
      —Ella no le venderá ninguna persiana, ni de las de artesanía, ni de las virtuales que vende ahora. La Señora Araña Tejedora de Persianas sólo desea invitarlo a usted para que visite su local en HiperDespacio.
      —¿En el hiperespacio? ¿Iremos en una nave espacial?
      —¡No, he dicho Hiper-Despacio, el famoso hipermercado del País Virtual de las Persianas Virtuales!
      —¿Y cómo iremos?
      —Pulse con el rabo donde está señalando el gato.
      —No tengo rabo.
      —Pues use la nariz.
      Y Gu Luxan tocó la pantalla con la nariz, y la ventana se transformó en una auténtica ventana, por donde entró Gu Luxan.
     
      Gu Luxan montó en un selamanio pidelaora, que es el vehículo que usa todo el mundo (¡hasta los fanfurrios!) para ir a HiperDespacio. El selamanio pidelaora de Gu Luxan era un modelo exclusivo, pues tenía propontes hidráulicos de siete morfonemas, además de integral al carbono-iridio con incrustaciones de topacio sintáctico. Ni que decir tiene que era un selamanio nuevo, de los auténticos pidelaora.
      ¡No todo el mundo puede usar un selamanio auténtico pidelaora! La mayoría se ha de conformar con un pidelaora de imitación, que en lugar de cienmorfos usa decaplanos heurísticos. Aparte de los fanfurrios, a quienes no les importa usar selamanios pidelaora falsos con terceflánidos de níquel... ¿Pero a quién le interesa lo que usen los fanfurrios?
      Todas esas explicaciones técnicas fueron hechas por el furuñuco rosado, que era técnico especialista en selamanios pidelaora, por lo que no sabía nada del tema.
      Gu Luxan no sabía conducir selamanios, así que le pidió al furuñuco que le diera algunas nociones.
      —¡No tengo ni idea de cómo se conduce un selamanio! ¡Por algo soy técnico especialista en selamanios pidelaora!
      Gu Luxan se fijó entonces en un botón enorme, redondo, de color rojo, que estaba situado justo frente a su asiento. Tenía escrito en enormes letras:
      “PULSE PARA MOVER EL SELAMANIO PIDELAORA”
      Gu Luxan pulsó el botón rojo y el selamanio empezó a moverse a la enorme velocidad de dos pasos de caracol por año.
      El furuñuco tuvo que hacer un enorme esfuerzo para mantenerse junto a Gu Luxan. Éste no sabía qué hacer para dirigirlo.
      —¿Cómo lo dirijo a HiperDespacio? —preguntó Gu Luxan
      —¡No tengo ni idea! ¡Por algo soy técnico especialista en selamanios pidelaora!
      Gu Luxan optó por esperar. Y muy pronto pudo ver la entrada de “HiperDespacio, el hipermercado más rápido del País Virtual de las Persianas virtuales”. El selamanio pidelaora le llevaba automáticamente hacia allí.
     
      En la puerta de HiperDespacio había un enorme enano atravesado, impidiendo el paso. Pero Gu Luxan no lo vio, y casi lo pisa al pasarle por encima. Fue entonces cuando, al mirar hacia arriba, lo descubrió reconociéndolo de inmediato. Es decir, reconoció de inmediato que no tenía ni idea de quien era.
      Se trataba, ni más ni menos, que del famoso Satasca Elta POM, quien como todo el mundo sabe siempre habla al revés.
      Satasca Elta POM dijo, al ver a Gu Luxan intentar pasar por encima de él:
      —¡RAMINO TAT ONIMAR!
      Gu Luxan no rea ningún experto en lenguas al revés, por lo que no tuvo dificultad alguna para traducirlo: escribió la frase en su portátil aéreo (es decir, hecho de aire) y le dio la vuelta a la frase. Escrita al revés, en efecto, decía:
      “RAMINO TAT ONIMAR”
      Estaba claro que Satasca Elta POM le echaba en cara su despiste. Gu Luxan se disculpó, pero para hacerlo tenía que decirlo al revés. Así que escribió la frase en su portátil:
      “GURRUGA BALAM MALAB AGURRUG”
      Y leyéndola al revés, dijo:
      — GURRUGA BALAM MALAB AGURRUG
      Ya más calmado, Satasca Elta POM respondió:
      —ATAPIRTO SOSTELITE MAMBOBMAM ETILETSOS OTRIPATA
      Como antes, Gu Luxan lo escribió en su portátil, y pudo leer al revés:
      “ATAPIRTO SOSTELITE MAMBOBMAM ETILETSOS OTRIPATA”
      Vale, podía continuar. Gu Luxan decidió darle las gracias por su amabilidad. Escribió en su portátil:
      “LIMOMOTA OBOSITO ADOSO SIS OSODA OTISOBO ATOMOMIL”
      Y leyendo al revés, pudo decir:
      — LIMOMOTA OBOSITO ADOSO SIS OSODA OTISOBO ATOMOMIL
      El gigantesco enano Satasca Elta POM se apartó para que Gu Luxan no lo pisara, y éste pudo así entrar en HiperDespacio.
     
      HiperDespacio era un enorme espacio vacío lleno de cosas, donde todo sucedía deprisa, tan deprisa, pero tan deprisa, que realmente era despacio. Gu Luxan caminó muy pero que muy despacio para así llegar enseguida al mostrador que ponía “INFORMACIÓN”
      —¿Es aquí información? —preguntó Gu Luxan
      —Si lo que quiere es información, vaya a INFORMACIÓN y allí le podrán informar —respondió un furuñuco rosado que estaba allí.
      —Es que ya estoy en INFORMACIÓN.
      —¿Esto es INFORMACIÓN? Pues no me habían informado.
      —Se lo informo en este momento.
      —¡Muchas gracias, señor por la información!
      —Pues bien, ya que estoy en INFORMACIÓN, ¿me puede usted informar?
      —Por eso le decía que fuera usted a INFORMACIÓN, para que le informen. Ahora que si ya está en INFORMACIÓN, pues lo lógico es que usted pregunte la información que desea, y allí le informarán.
      —Allí, es decir aquí. Porque usted es quien tiene que darme la información.
      —Pues no me habían informado.
      —Por eso ahora yo le estoy informando.
      —Muchísimas gracias por la información —y sin decir nada más, el furuñuco rosado salió detrás del mostrador.
      Pero como iba deprisa no pudo ir muy lejos. Gu Luxan fue despacio y le alcanzó enseguida.
      —Por favor, ¿sería tan amable de volver al mostrador? Tengo que informarle de otra cosa —dijo.
      El furuñuco rosado regresó al mostrador. Esta vez fue despacio, así que llegó enseguida.
      —Dígame.
      —La información que le daré es una pregunta.
      —Pregunte usted, caballero.
      —¿Qué cosa es usted?
      —Pues soy un furuñuco rosado, ¿acaso que no lo había notado?
      —Pues ahora lo veo, en efecto. Y gracias por la información. Ahora lo que yo realmente quiero es otra información. ¿Dónde está el puesto de la Araña Tejedora de Persianas Virtuales?
      —Eso es fácil. Siga derecho esa línea curva y cuando ya se acabe la línea, allí está el puesto de la Señora Araña Tejedora de Persianas Virtuales.
      —Muchas gracias por la información.
      —De nada, para eso estoy. Para que me den información, que por eso este puesto se llama INFORMACIÓN. Por cierto, si prefiere quedarse aquí para que le informen, estaré muy encantado en dejarle el puesto.
      —No gracias, ya me han informado de todo lo que necesito saber.
      Gu Luxan se fue antes de que el furuñuco rosado le diera más información. Se acercó a la línea curva y observó que tenía un cartel que decía:
      “PARA IR AL PUESTO DE LA ARAÑA TEJEDORA DE PERSIANAS VIRTUALES, SIGA RECTO TODO EL CAMINO”
      Así pues, Gu Luxan se puso a caminar, despacio por supuesto, siguiendo las muchísimas curvas del camino trazado en el suelo, y que subía y bajaba por el aire.
      Como iba despacio, llegó enseguida. De pronto, la raya marcada en el suelo terminó frente a un mostrador. Detrás estaba la Araña Tejedora de Persianas Virtuales.
      —¡Oh Gran Aventurero Gu Luxan, te esperaba con verdadera ansia! —dijo la Araña Tejedora de Persianas Virtuales
      —Disculpe, Señora Araña Tejedora de Persianas Virtuales pero, ¿por casualidad no pretenderá venderme una persiana de nuevo*?
      —¡Oh, no! Ya he dejado de tejer persianas y no las vendo. Gracias a InterNata me dedico a fabricar persianas virtuales en mi página güeb. Véala aquí, en este libro de páginas güeb.
      La Araña Tejedora sacó un libro blanco de su bolso y se lo mostró a Gu Luxan.
      —¡Este libro está en blanco! —exclamó Gu Luxan
      —¡Oh, no! Es que es un libro de páginas güeb, y como usted sabrá las páginas güeb se escriben con tinta blanca.
      —¡Ah, si, ahora lo veo!
      Gu Luxan hojeó el libro blanco escrito en tinta blanca. Finalmente, preguntó:
      —¿Y cuál es su página güeb, Señora Araña Tejedora de Persianas Virtuales?
      —Aquí está entre la página 1457 y la 1459.
      —¡Ah, sí, es la página 5814! La veo pero lo que no veo es el problema.
      —¿No lo ve? ¿Qué página me ha dicho que es?
      —La página 5814.
      —¿Y esa es la que está entre las 1457 y 1459? ¿No ve el problema?
      —No lo veo, pero será porque está escrita en tinta blanca, igual que el papel.
      —Señor Gu Luxan, ¡usted es un estúpido!
      Gu Luxan se enfureció muchísimo. Y como le sucedía siempre que se enfurecía, toda su piel se volvió de color violeta y se le hincharon los músculos, mientras su rostro se congestionaba.
      Normalmente, cuando a Gu Luxan le sucedía eso se volvía muy violento y rompía todo lo que le quedara a mano. Pero esta vez no fue así.
      Gu Luxan recordaba bien su anterior enfrentamiento con la Araña Tejedora. Y decidió que él acabaría perdiendo; tal vez ella le obligara comprar otra persiana, y él no tenía un sitio donde colocar una persiana virtual, pues su ordeñador no tenía ventanas virtuales.
      Así que optó por calmarse. Su piel volvió al color normal, sus músculos se le desinflaron y su rostro se descongestionó.
      Gu Luxan simplemente reconoció:
      —Sí, es cierto. Soy un estúpido.
      —Tiene que serlo para no ver que la página que va entre las 1457 y 1459 es la 1458, no la 5814. ¿Es que no ve usted que está al revés?
      —Ahora que usted lo dice…
      —Pues me alegro de que vea donde está el problema.
      —Sí, ya veo el problema. ¿Y qué puedo hacer yo?
      —¡Pues está clarísimo: entrar en la página güeb!
      —¡Evidente!
      Para poder entrar en su página güeb, la Araña Tejedora entregó a Gu Luxan su llave de acceso. Era una llave silbadora.
      Gu Luxan cogió la llave silbadora y la puso frente al libro blanco de páginas güeb. La llave silbadora silbó “Submarino Amarillo” en chino mandarín y la página güeb se abrió. Gu Luxan entró en ella.
      Nada más entrar, se encontró ante un escritorio de color rosado, en el que había un montón de ojos. De pronto los ojos se movieron, y Gu Luxan pudo así ver que junto al escritorio lo que había era un furuñuco rosado, del mismo color del escritorio. El furuñuco rosado dijo a Gu Luxan:
      —¿Tiene usted permiso para entrar en esta página güeb?
      —Sí que lo tengo, señor furuñuco rosado.
      —¿Cómo sabe usted que soy un furuñuco rosado?
      —Pues no sabría decirle, pero me dio esa impresión y lo dije así sin más.
      —¡Pues tiene usted razón, porque soy un furuñuco rosado. ¿Y el permiso?
      —¡Ah, sí!
      Gu Luxan mostró la llave silbadora. Ésta se puso a silbar la novena sinfonía en clave de do sostenido para cuerda y trompo.
      El furuñuco rosado oyó atentamente, y dijo:
      —¡Perfecto! Tiene usted permiso. Pero déjeme entregarle este enorme frasco de perfume de furuñuco rosado, para que no haya quien aguante a su lado.
      Gu Luxan recogió el enorme frasco. Era pequeño, muy diminuto, pero olía fatal.
      —¡No tiene usted que molestarse! —hizo ademán de devolverlo.
      —¡No, por favor, insisto en que lo acepte!
      —¡Es que no deseo que usted se moleste!
      —¡Es que yo insisto!
      …
      Largo rato estuvieron así, discutiendo amigablemente. El furuñuco rosado insistía e insistía, y Gu Luxan no quería llevarse aquel frasco de perfume pestilente.
      Fueron larguísimas horas. ¡Y eso que en HiperDespacio las horas son de 654 minutos cada una!
      —¡Está bien! —exclamó de repente el furuñuco—. Usted gana
      Gu Luxan le entregó el frasco de perfume.
      —Ya le he dicho que no deseo que usted se moleste.
      —Es que voy a molestarme en leer las “Normas de Acceso a la Página Güeb de la Araña Tejedora de Persianas Virtuales”.
      El furuñuco sacó de su bolsillo un libro rosado escrito con letras rosadas y leyó:
      “Página 5814. A todos los visitantes se les entregará un frasco de perfume de furuñuco rosado, salvo que se negaran a ello. En el caso de que se negaran, deberán aceptar a cambio la instalación de una persiana virtual fabricada por la Señora Arañas Tejedora de Persianas Virtuales.”
      —Pues si así es la cosa, acepto el frasco de perfume —dijo Gu Luxan y recogió la enorme botella que guardó en su mano.
      Para poder moverse dentro de la página güeb, Gu Luxan subió a un chirimbolo. Era un verdadero chirimbolo de lujo, a pedales por supuesto. Como es lo normal en los chirimbolos de lujo, tenía las ruedas cuadradas y carecía de asiento.
      Cómodamente de pie en el chirimbolo de lujo, Gu Luxan pedaleó con fuerza por las cuestas de la página güeb.
      Llegó a un sitio amarillo donde había muchísimos globos de color amarillo. Y entre todo aquello destacaba un furuñuco rosado, que le dijo:
      —Hola, soy un furuñuco rosado por si no lo había notado.
      —Pues ahora que lo dice, lo veo. Hasta ahora no me había fijado. ¿Qué son esas cosas amarillas?
      —Son los bites, los baits y los bates. Los bites son de color amarillo limón y tienen dientes, como ya podrá observar.
      En efecto, varios bites amarillo limón empezaron a morder a Gu Luxan. Tenían los dientes afilados como agujas, pero apenas hacían daño, pues eran agujas muy pequeñas. De todos modos, eran muy molestos.
      —Los baits son de color amarillo canario y tienen manos para apartar a los bites —prosiguió explicando el furuñuco rosado.
      Y, tal y como había dicho, los baits se acercaron a apartar a los molestos bites. Pero eran muy pocos, mientras que los bites eran muchísimos. Los baits no daban abasto apartando a los bites, que seguían mordiendo a Gu Luxan.
      —Y luego están los bates, de color amarillo yema, y que son algo más brutos que los baits.
      Y tal y como había explicado el furuñuco, los bates comenzaron a golpear a los bites, apartándolos a golpes. Pero los bates eran pequeños y muy pocos, y apenas podían hacer nada frente a la multitud de bites.
      De tal forma, y a pesar del esfuerzo de baits y bates, los bites seguían mordiendo a Gu Luxan. Pero no se acercaban al furuñuco, y entonces Gu Luxan recordó el frasco de perfume que llevaba en la mano. Abriendo la tapa, vació todo su contenido (justo una gota) encima de su cuerpo.
      Tal y como había supuesto, con el perfume de furuñuco rosado, “no había quien aguantara a su lado”. Todos los bites se alejaron protestando por el mal olor.
      Gu Luxan pudo continuar subiendo la empinada cuesta pedaleando con gran esfuerzo en su chirimbolo de lujo. El furuñuco siguió a su lado, caminando a paso lento sin esfuerzo.
      Tras mucho subir y subir la empinada cuesta, Gu Luxan estaba ya sofocado. Preguntó al furuñuco:
      —¿Falta mucho para llegar a… a donde sea?
      —Pues sí que falta. Falta lo que falta, eso falta.
      —Gracias por la información.
      —De nada, es que soy técnico en la materia.
      —¡Pero si no me has dicho nada útil!
      —Pues por eso soy técnico especialista.
      En ese momento se terminó la cuesta. Habían llegado a una enorme explanada llena de números de jugaban alegremente. Jugaban al corro, al corre que te pillo, al escondite, y a otros juegos por el estilo.
      Cuando los números vieron a los recién llegados, se les acercaron corriendo y brincando con mucho ruido.
      Gu Luxan les dijo:
      —¡Hola, yo soy Gu Luxan! Y ustedes, ¿quienes son?
      —¡Somos números! —respondieron a coro.
      —Sí, pero quién es cada uno de ustedes. Por ejemplo, ¿tú quien eres?
      Gu Luxan señaló a uno de los números.
      —¡No lo sé! —respondió.
      —¿Y tú, sí lo sabes? —Gu Luxan señaló a otro.
      —¡No tengo ni idea!
      Gu Luxan preguntó a varios, pero ninguno de ellos sabía qué número era. Peor aún, ¡aquellos números no sabían contar!
      Gu Luxan decidió enseñarles sus nombres.
      —¡Tú eres el 24, y tú el 35, tú el 8, tú eres el 125, y tú, no te escondas, eres el 1.578!
      Así estuvo largo rato. Cuando todos los números a la vista sabían ya quiénes eran, Gu Luxan empezó a llamarles:
      —¡El número 7!
      Venía el 7.
      —¡Bien! Ahora, ¡el 12!
      Se acercaba el número 12.
      —¡Perfecto! A ver, ¡el 55!
      Venía el 22.
      —¡No, 22, tiene que venir el 55! ¡55, no seas tan tímido, tienes que venir!
      Por fin, todos los números venían cuando se les llamaba; bueno, salvo el inevitable despistado, pero no era nada serio.
      Ahora, Gu Luxan les enseñó nuevos juegos.
      —Este juego se llama “a contar” y se juega así: voy llamando a cada uno de ustedes por orden y se van poniendo en fila. ¡Que venga el 1!
      El número 1 se puso donde le indicó Gu Luxan.
      —¡Ahora el 2! ¡Ponte detrás del 1! ¡Exacto! ¡Ahora el 3, y te pones detrás del 2!
      Finalmente, todos los números estaban en fila. Sobre todo, ya sabían quien iba delante y quien detrás.
      Ahora lo repitieron varias veces. El número 1 aprendió que cuando decían “a contar” él tenía que ser el primero.
      —¡No, 89, tú tienes que ir detrás del 88, y el 90 irá detrás de ti! ¡Eso es, muy bien, chicos! ¡Prosigan la fila!
      Cuando Gu Luxan se fue, ya los números sabían contar ellos solos. Se les llamaba y se colocaban en fila sin equivocarse; bueno, alguno se equivocaba pero los demás se daban cuenta y le corregían.
      Gu Luxan subió en su chirimbolo de lujo y pedaleó de regreso, hasta la salida de la página güeb. Allí estaba de nuevo el escritorio rosado, pero el furuñuco no estaba en su sitio.
      Gu Luxan no sabía como salir. Probó con la llave silbadora, pero ésta no tenía ganas de silbar.
      Por fin apareció el furuñuco, comiendo un ligero refrigerio compuesto de un cuarto de res asado, cinco solomillos a la pimienta, acompañado con papas fritas y al vapor, salsa de arándanos y guarnición de espárragos fritos, acompañado de una botella de vino tinto y de postre un “banana split”.
      Gu Luxan tuvo que esperar a que el furuñuco terminara su frugal comida, y entonces le dijo:
      —¿Cómo hago para salir?
      —Use la llave silbadora.
      —¡Es que no quiere silbar!
      —Eso era antes, porque estábamos en la hora del ligero refrigerio. La llave está sindicada y sabe que debe respetar le hora del refrigerio que nos corresponde a nosotros los funcionarios de acceso.
      Gu Luxan volvió a sacar la llave. Y ahora, ésta se puso a silbar “El río Kwai” en espanglis con acento ruso.
      Se abrió la ventana de acceso a la página güeb, y a través de la misma salió Gu Luxan.
      Allí le esperaba la Señora Araña Tejedora de Persianas Virtuales, quien dijo toda entusiasmada:
      —Señor Gu Luxan, ¡es usted un verdadero especialista!
      —Pero si no he hecho nada. ¡O más bien no sé lo que hice!
      —¡Por eso es un especialista! ¡Mire ahora por favor!
      Entre las páginas 1457 y 1459, se situaba la 1458 como debía ser.
      —¡Al enseñar a contar a los números, ellos han aprendido a colocarse en su sitio!
      —Pues me alegro de que esté arreglado —dijo Gu Luxan. Estaba cansado y tenía ganas de volver a su casa, a ver la radio y oír la televisión.
      —Es que quería regalarle una preciosa persiana virtual de artesanía, como humilde forma de agradecimiento. Y espero que acepte, claro está.
      Gu Luxan no supo decir que no. O no se atrevió a hacerlo.
      La Araña Tejedora le entregó su persiana virtual, para que la colocara en las ventanas de su ordeñador personal.
     
      Gu Luxan se alejó caminando. Como no sabía a donde ir, iba muy despacio, por eso llegó enseguida a la salida de HiperDespacio. Allí estaba el gigantesco enano Satasca Elta POM, pero éste no llegó a ver a Gu Luxan, pues estaba mirando hacia otro lado.
      De repente llegó un señor montado en un chirimbolo. Era un chirimbolo económico, con asiento anatómico y ruedas de aluminio. Al ser un modelo barato, era muy lento, tan lento que llegaba enseguida a todas partes.
      Cómodamente sentando en el chirimbolo se hallaba un hombre vestido de uniforme amarillo, con gorra y todo. Como el chirimbolo también era amarillo, y además cargaba un enorme bolso de cuero amarillo, Gu Luxan supo enseguida lo que era:
      —¡Usted debe ser un cartero!
      —¡En efecto señor Gu Luxan! ¡Soy Emilio Espam, el cartero de HiperDespacio y le traigo a usted una carta clarificada!
      —¿No será certificada?
      —¡No, está clarificada, porque la hemos clarificado ya que antes estaba toda oscura!
      Emilio Espam entregó un sobre de color claro a Gu Luxan, y se marchó a toda pastilla en su chirimbolo económico.
      Gu Luxan cogió el sobre y leyó su nombre; el remitente era Ajuma Latos, un indio conocido por él.
      Ajuma Latos era un nombre indio que significaba, en su lengua india, Ajuma Latos.
      Gu Luxan abrió el sobre de la carta escrita por Ajuma Latos y empezó a salir humo. Era lo lógico, porque Ajuma Latos escribía mediante señales de humo.
      Gu Luxan leyó las señales de humo.
      Le convocaban a una reunión con varios especialistas. Como él ahora era un especialista en páginas güeb, podría participar en la reunión.
      Se dio la vuelta y caminó hacia INFORMACIÓN. Esta vez no había ningún furuñuco en el mostrador, porque era la hora del bocadillo. Pero Gu Luxan vio un cartel que ponía, en enormes letras negras:
      “REUNIÓN DE ESPECIALISTAS PARA TRATAR LA PROBLEMÁTICA COYUNTURAL DEL HIPERDESPACIO EN EL FORO DE ESPECIALISTAS”
      Siguiendo la flecha, Gu Luxan llegó al foro de especialistas. Era la entrada a un estadio de fúrgol, y todos los especialistas estaban entrando por las puertas.
      Todos los espectadores, unos 45.154 contados a ojo, eran especialistas en la materia; o lo que es lo mismo, no tenían ni idea, y por eso se encontraban allí para discutir acerca del tema.
      Entre los especialistas estaba el indio Ajuma Latos. Gu Luxan lo localizó porque Ajuma Latos lo llamó con su recia voz, porque estaba entre una fila de asientos donde no había nadie más, porque destacaba con su pluma de águila sobre la cabeza, y porque había un enorme cartel que indicaba “asiento reservado para Ajuma Latos”.
      Al lado de ajuma Latos había otro asiento libre, con el cartel “asiento reservado para Gu Luxan”, en el que se sentó Gu Luxan.
      —Mi ver que gran especialista Gu Luxan recibir carta, porque venir a gran reunión de especialistas.
      —Sí, recibí la carta, pero no tengo ni idea.
      —Mejor, porque grandes especialistas no tener ni idea; por eso ser especialistas.
      —Bien pero ¿podrías explicarme de qué va todo esto?
      —Mi explicar. Aquí haber partido de fúrgol, que jugar dos equipos de fanfurrios. Ellos jugar pero nadie ver, porque a nadie interesar lo que hacen los fanfurrios. Especialistas discutir acerca de problemática, no ver partido.
      Mientras Ajuma Latos decía lo anterior, saltaron al campo los dos equipos de fanfurrios. Uno estaba formado por 10 jugadores vestidos de verde, el otro equipo tenía 13 jugadores, también vestidos de verde. De hecho, los uniformes de ambos equipos eran idénticos, por lo que no había manera de distinguirlos.
      Sin que nadie supiera cuando empezó el partido, los jugadores comenzaron a darle patadas a una calabaza. Como era muy blanda, al poco rato ya estaba destrozada, y otro jugador fue a buscar un caldero. Gu Luxan pensó que meterían los cachos de calabaza en el caldero para hacer un potaje, pero lo que hicieron los fanfurrios fue darle patadas al caldero.
      Más de uno se quedaba dolorido después de dar una patada al caldero, pero los demás jugadores no hacían caso.
      Gu Luxan se fijó en los demás espectadores. Ni uno solo miraba hacia el campo, todos estaban hablando entre sí; de hecho, el escándalo era tremendo y apenas podía entenderse una palabra. No es que importara mucho porque como nadie tenía ni idea…
      Ajuma Latos le explicó a gritos a Gu Luxan que en el pop-grama director del HiperDespacio había aparecido un mensaje que decía “Overflou, S’Aturao el Rom-rom”, y un montón de humo. Gracias al humo, el propio Ajuma Latos había podido mandar un mensaje a todos los especialistas para discutir el mensaje.
      —Mí parecer que memoria vaciarse porque tener agujero en chip-chip —dijo Ajuma Latos.
      —Yo creo que debe ser el armatoste del pipiolo.
      —¿Por qué decir tú?
      —No tengo ni idea, es sólo por decir algo.
      —Poder ser así, porque si nosotros observar anustio poder ver que estar defenestrado.
      —¿Cómo se va a defenestrar un anustio?
      —Mí no saber, por eso mí ser especialista en la materia.
      Así estuvieron discutiendo largo rato. En un momento, Gu Luxan observó que los fanfurrios seguían jugando, ahora dándole patadas a una piedra. Pero como la piedra estaba muy dura, la cambiaron por una pelota, pequeña, muy pequeña (era una pelota de golf) y así resultaba muy difícil golpearla. Entonces uno de los fanfurrios sacó un bastón de hockey y golpeó la pelota. Todos los fanfurrios cogieron sus bastones de hockey y se dedicaron a golpear la pelota.
      Nadie les hacía caso.
      Todos los especialistas seguían discutiendo.
      Finalmente, el partido terminó. No se sabía cómo había acabado, es decir qué equipo ganó, porque a nadie le importaban los fanfurrios. Pero todos los especialistas se levantaron y comenzaron a caminar hacia las salidas del estadio.
      Gu Luxan se despidió de Ajuma Latos y vio una ventana azul. Se introdujo por ella…
      …para salir por la pantalla de su televisor.
      Gu Luxan reconoció su casa, donde esperaba reposar en el sillón, viendo la radio y oyendo la televisión. Pero entonces observó que había dos cabras comiéndose el sillón de hierro.
      Una de las cabras era roja, y la otra azul.
      —¿Qué pasa aquí? ¿Quiénes son ustedes y qué hacen en mi casa comiéndose el sillón de hierro?
      —¡Beeeeee! —dijo la cabra azul
      —¡Perdón, que mi compañera no sabe hablar! —dijo la cabra roja—. Lo que quiere decir es que el sillón está muy sabroso y no hemos podido resistir la tentación. Estamos aquí porque nos envían las Tres Vacas con un recado.
      —¿Y cuál es ese recado, si puede saberse?
      —¡Beeee! —replicó la cabra azul
      —Se lo dirán ellas mismas, enseguida —explicó la otra cabra—. Usted simplemente se queda a la espera.
      —Gracias.
      —Adiós —dijo la cabra roja.
      —¡Beeee!— dijo la cabra azul.
      Ambas cabras se fueron por la puerta.
      Gu Luxan sacó el sillón de reserva que tenía para estos casos y se sentó. Se puso a oír la televisión mientras veía la radio.
      De pronto, tocaron a su puerta.
      Allí estaban dos vacas, una blanca con manchas negras y otra negra con manchas blancas…
     
* Recordemos que en el anterior encuentro de Gu Luxan con la Araña Tejedora de Persianas, ésta se las ingenió para que nuestro aventurero se llevara una persiana, la cual nunca pudo instalar en su casa.

(Para ver las anteriores aventuras)

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