Sobre el mar de nubes, un puente.
Es un puente colgante, del tipo columpio. En el medio del puente, un elefante
rosa columpiándose.
El elefante cantaba:
—Un elefante se columpiaba sobre la
tela de una araña. Y como veía que no se rompía fue a llamar a otro elefante.
Entonces llegó otro elefante, color
verde. El nuevo elefante se subió al columpio y cantó a coro con el primer
elefante:
—Dos elefantes se columpiaban sobre
la tela de una araña. Y como veían que no se rompía fueron a llamar a otro elefante.
Aparece un nuevo elefante, azul,
que se suma a los otros dos y cantan juntos.
Luego llega un elefante más, color
rosa y amarillo, al que sigue otro, y otro, y otro más…
Cuando el grupo de elefantes
cantaba:
—Veinte seis mil cuatrocientos
treinta y siete elefantes se columpiaban…
Sucedió al fin.
¡El hilo de araña se partió! ¡Todos
los elefantes cayeron sobre el puente!. Éste se partió en un millón novecientos
ochenta y tres mil veintiocho cachitos.
Por suerte, las nubes eran de
algodón de azúcar y pudieron soportar el peso de los elefantes y de los
cachitos del puente.
En ese momento llegó un enorme
vehículo. Era del equipo SCI (Sabios Cabezones Intergalácticos). En su interior
iba un ratón policía, más grande que todos los elefantes juntos.
El ratón policía del SCI se puso a
investigar. Descubrió que la supuesta tela de araña no era tal, sino una hebra
de chicle de plomo muy estirada.
Y se acabó el cuento.
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