Ya oscurecía y se apagaban las farolas. En el País Donde Nunca Pasa Nada se encienden las farolas durante el día y se apagan durante la noche, porque nunca pasa nada.
Gu Luxan cerró el libro misterioso y miró a su izquierda.
Allí estaba un furuñuco rosado, sentado a su lado. El furuñuco miró a Gu Luxan con sus 385 ojos, todos de diferente color y tamaño.
Gu Luxan, quien nunca había visto a un furuñuco ni sabía lo que era, le preguntó:
– Buenas tardes, señor. ¿Sería tan amable de decirme qué es usted?
– Soy un furuñuco rosado, ¿no lo había notado?
– ¡Pues ahora que lo dice, ya caigo! ¡Es cierto! Y dígame, señor furuñuco, ¿le ha gustado mi aventura? Porque supongo que habrá podido leerla en mi libro, ¿no es así?
– ¡Psché!, algo aburridilla me ha parecido. Yo he imaginado mejores aventuras que esa. Claro que aquí, en el País Donde Nunca Pasa Nada, una aventurilla como esa es lo mejor que puede encontrarse.
Gu Luxan dudaba entre la vergüenza y el enfado. ¡Él, que tan contento estaba con su aventura, y un furuñuco cualquiera lo dejaba en ridículo...!
– Si conoce aventuras mejores que ésta, ¿por qué no me enseña una de ellas? –retó al furuñuco.
El furuñuco abrió su bolso color aire y de su interior sacó un libro color aire. Como eran del color del aire, apenas se apreciaban en medio del aire.
El furuñuco abrió el libro color aire por una determinada página, marcada con una pluma de color aire, y la señaló a Gu Luxan.
– Mire aquí, donde empieza la mejor de las aventuras.
Gu Luxan pudo así leer la aventura de Gu Luxan y el furuñuco de color rosa.
Cierto día, viajaba Gu Luxan en su triciclo trirreme tricornio y pasó junto a un pozo hecho de jade brillante con ópalos y perlas negras incrustadas. Gu Luxan no se extrañó por todo ello, pues a fin de cuentas estaba en el País de las Cosas Increíbles, y allí nada de raro tenía un pozo de jade brillante con incrustaciones. Pero he aquí que puede verse un ojo asomando sobre el pozo, ¡y eso sí que llamó la atención de Gu Luxan! Era un ojo negro sin pestañas.
Gu Luxan se acercó al pozo, y vio que además del ojo negro habían otros 384 ojos más, todos ellos de diferentes tamaños y colores. Y todos los 385 ojos pertenecían al mismo cuerpo, el de un ser extravagante de color rosa crema.
Gu Luxan preguntó al extraño ser:
– Buenas tardes, señor. ¿Sería tan amable de decirme qué es usted?
– Soy un furuñuco rosado, ¿no lo había notado?
– ¡Pues ahora que lo dice, ya caigo! ¡Es cierto! Y dígame, señor furuñuco, ¿qué hace ahí asomado al pozo? ¿No teme caerse?
– Esto que parece un pozo no es tal, es la entrada al País Debajo de la Tierra, donde habitamos nosotros los furuñucos rosados.
– Me encantaría conocer ese País Debajo de la Tierra.
– Puede usted venir. Hágame el favor de alcanzarme su vehículo.
Gu Luxan cogió su triciclo trirreme tricornio y se le entregó al furuñuco. Éste lo convirtió en un trimorfio trimano trial sin más que cambiarle el rotor neumático por un pisciforme abocinado.
Gu Luxan subió al trimorfio trimano trial y bajó por la escalera que descendía al País Debajo de la Tierra, siguiendo al furuñuco rosado.
(Continuará...)
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