14 agosto 2008

Aventuras de Gu Luxan (3ª parte)

Mucho, mucho tiempo estuvo Gu Luxan contando a la Gran Serpiente de Mar la historia de Gu Luxan y la Gran Serpiente de Mar. Tanto tiempo estuvo que nos sale un número de días realmente inimaginable, un estrellón de días. Para que puedan hacerse una idea de cuánto es un estrellón, diré que es mucho, muchísimo más que un millón de millones, que un billón de billones, incluso más que un trillón de trillones.
Así, después de un estrellón de días oyendo a Gu Luxan, la Gran Serpiente de mar no había pestañeado ni una sola vez. Y como es bien sabido (incluso lo saben los burros de Burrilandia, que no saben absolutamente nada), los ojos de las grandes serpientes de mar del Planeta Lleno de Aventuras tienen largas pestañas, que deben mover al menos una vez cada estrellón de días. De lo contrario, los ojos se secan y la serpiente se muere rápidamente.
¡Eso fue lo que le sucedió a la Gran Serpiente de Mar! Oyendo a Gu Luxan se olvidó de pestañear, se le secaron los ojos y murió.
Gu Luxan se enfadó terriblemente con la gran serpiente.
– ¡Eh tú, malcriada, que aún no termina mi historia!
Pues, en efecto, no pudo terminar la historia de Gu Luxan y la Gran Serpiente de Mar. Porque en ese preciso momento apareció el Gran Rey Ojo de Cristal Cromado subido en su gran trineo aéreo impulsado por 896 chirigones voladores (los chirigones voladores son una raza de chirigones muy parecidos a los chimiflautas, que como se sabe son similares a los pantenautas y a los lemigotes, pero con el tamaño de los gurpentilos).
De todos es sabido que los chirigones voladores no son capaces de permanecer atados mucho rato, por eso no es de extrañar que cuando el Gran Rey Ojo de Cristal Cromado aterrizara sólo quedaban 751 chirigones uncidos a su trineo aéreo. Y cuando habló a Gu Luxan tenía 918 chirigones (pues volvieron unos 203 que antes se habían marchado).
– ¡Oh Gran Valiente Aventurero Gu Luxan! ¡Tengo el grandísimo honor de darte la gran enhorabuena por tu gran hazaña! ¡Has vencido con gran esfuerzo a la Gran Serpiente de Mar que tan lleno de gran temor tenía a todo mi gran pueblo! ¡Por eso, en mi gran magnanimidad se hago obsequio de esta muy grande cantidad de oro!
Y surgió otro gran trineo aéreo, éste llevado por 516 chirigones voladores. Cuando aterrizó tenía 181 chirigones uncidos y un gran cofre de oro, lleno también de oro. Gu Luxan lo cogió con gran esfuerzo, y dejó el trineo vacío (aparte de los 1.778 chirigones).
Y siguió hablando el Rey:
– ¡Y comoquiera que mi gran generosidad es ciertamente grandísima, te doy el más grande de los presentes, te concedo la gran mano de mi gran hija!
Gu Luxan vio cómo aparecía una enorme mano tras el horizonte lejano. Tras ella, un enorme brazo, una enorme cabeza, un enorme cuello, un enorme torso...
Aterrorizado, no esperó a ver aparecer todo el enorme cuerpo de la gran hija del Rey y cogiendo el oro se fue nadando a toda velocidad.
La pobre gran hija del Rey se acercó a su gran padre y llorando grandes lágrimas le dijo:
– ¡No entiendo porqué todos los hombres huyen de mí!
– No te preocupes, gran hija. Ya hallaremos alguno lo bastante grande para ti.
Y cargado con el cofre lleno de oro, Gu Luxan llegó nadando a la playa del País Donde Nunca Pasa Nada y se encontró cerca de la plaza a un vendedor de libros en blanco. Le compró uno lleno de misterio y se fue a leerlo en un banco bajo la luz de 25 farolas.
(Continuará...)

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