22 agosto 2008

Aventuras de Gu Luxan (Última parte)

Gu Luxan cogió la burbuja y se metió dentro. Ésta comenzó a subir y subir y en sólo un par de momentos (extra cortos) estaba ascendiendo por uno de los pozos de salida del País Debajo de la Tierra.
¡Pero de improviso se detuvo! Allí estaba el perro guardián con el uniforme rojo, quien le dijo:
– ¡Alto! ¡Su autorización para salir del país!
– No la tengo. Tan sólo llevo el pasaporte.
Gu Luxan entregó el pasaporte. El perro guardián lo examinó detenidamente durante 1.861 momentos de larga duración, eso sin contar una pausa para comerse un bocadillo de mortadela con jamón, mermelada de frambuesa, salsa de arándanos, tomate, lechuga, pepinillos y fresas negras, todo ello bien aderezado con jugo de extracto de agua del mar enriquecida con vitaminas A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, K, L, M, N, Ñ, O, P, Q, R, S, T, U, V, W, X, Y y Z.
Dijo al fin:
– ¡No está autorizado! ¡Primero ha de cumplir con todos los compromisos pendientes! ¡Señora Araña, venga por favor!
Llegó la Araña Tejedora de Persianas, toda sonrisas, llevando su persiana de artesanía rosa con pintas rosas irregulares, de 30 piezas de alto, cada pieza con 5 dedos de ancho y 9 palmos de largo, con tiradores de pelo de camello azul y soportes amarillos de hilo de espanto.
Gu Luxan la recogió y como pago entregó 3.896 monedas de color aire, que halló dentro de su burbuja.
El perro guardián estampó un sello con tinta color aire en el pasaporte, y dijo:
– ¡Puede seguir! ¡Su triciclo trirreme tricornio modificado como trimorfio trimano trial queda requisado por intentar salir del país en forma irregular! ¡Debe entregarme su ficha de aparcamien¬to!
Gu Luxan entregó la ficha, y entró en la burbuja. Siguió subiendo.
De pronto, el pozo se llenó de agua, pero semejante cosa no afectaba a la burbuja que siguió subiendo, ahora más deprisa inclusive.
¡Y al fin llegó a la superficie!
Se encontraba en el medio de la fuente de la plaza del pueblo de Gu Luxan, en el País Donde Nunca Pasa Nada.
Gu Luxan salió de la burbuja, cogió su persiana de artesanía y se la puso bajo el brazo; en la mano llevaba el libro misterioso en blanco. Estaba realmente cansado de tantas aventuras y se iba a su casa a dormir.
Era de noche cerrada, las farolas estaban todas apagadas pero la Luna brillaba redonda sobre un cielo negro plagado de estrellas.
Gu Luxan llegó a su casa, se acostó vestido y muy poco después ya estaba durmiendo como un tronco. Soñó que iba caminando por la Calle Mayor, y que se encontraba con un vendedor de libros en blanco cerca de la plaza...

(VUELTA A EMPEZAR)

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19 agosto 2008

Aventuras de Gu Luxan (6ª parte)

Siguieron adelante. El sótano estaba totalmente lleno de máquinas ruidosas, atendidas por furuñucos rosados aún más ruidosos. Gu Luxan habló, pero sólo se oyó el ruido de las máquinas...
– ¡Tracatata catapum, chispis bum brrr! ¡Gazzzzzzzzp!
Y el furuñuco le respondió, mas sus palabras se perdieron entre el estrépito...
– ¡Fssss chis pum, tras catacatapum! ¡Gluuuuuuglglglgluuuuub!
Y contestó Gu Luxan...
– ¡Chimpum cras trrrrr pssssss brrrrrr! ¡Traspizzzzzbumbumbuzzzzzz!
Concluyendo el furuñuco...
– ¡Brrrrrrrr fzzzzzzz fsssssss! ¡Chatachatapumpum, tracatacachizzzzz!
Salieron de la sala de máquinas por un largo pasillo. Un pasillo muy pero que muy largo, tan largo que pasaron días y más días caminando por él, y no se veían trazas de que tuviera fin ni principio.
– ¿Falta mucho para llegar al final?– preguntó de pronto Gu Luxan.
– Tan sólo 15 pasos.
Y en efecto, tras un recodo y en sólo 15 pasos, salieron a una amplia bóveda.
¡Donde les esperaba la Araña Tejedora de Persianas!
Ésta, con voz tronante y triunfante a la vez les dijo:
– ¡Aquí está su persiana rosa con pintas rosas irregulares!
Gu Luxan la cogió con las manos y contó las piezas que la formaban.
– Faltan 3 piezas –dijo –ésta tiene sólo 27 y la ventana de mi cuarto es mayor; como mínimo han de ser unas 30 piezas.
Llena de rabia, la Araña Tejedora de Persianas pateó el suelo ocho veces con cada una de sus ocho patas, echó humo por la boca, y se marchó.
La gran bóveda era un jardín donde los árboles crecían desde el techo hacia el suelo. Muchos de ellos estaban repletos de fruta, que cubría asimismo el suelo. El furuñuco cogió una especie de plátano caído; era de color azul con manchas blancas. Lo peló con sumo cuidado y se comió la cáscara, tirando el interior en una papelera colocada del revés.
Gu Luxan estaba un poco extrañado.
– Aquí parece haber algo que no funciona como es debido...
– Es que esto es una bóveda invertida.
– ¡Claro, eso es! Todo está al revés, ya lo entiendo.
Salieron del jardín-bóveda invertida siguiendo una escalera en zigzag. Por cada dos escalones que subían aproximadamente, bajaban uno; a veces eran tramos enteros los que descendían, y luego tramos más largos ascendentes. Así, tras una eternidad de subir y bajar, se hallaron de pronto en un gran almacén de burbujas portátiles.
El furuñuco que hacía las veces de guía se acercó a otro furuñuco, el que alquilaba las burbujas. Hablaron largo rato en la lengua de los furuñucos y naturalmente Gu Luxan no entendió ni media palabra. Pero comoquiera que los furuñucos hablan entre sí muy deprisa, en un instante transcurrió toda la conversación. Al terminar, el furuñuco que hacía de guía cogió una burbuja color amarillo limón y se la entregó a Gu Luxan.
¡Mas he aquí que llega corriendo la Araña Tejedora de Persianas! Sofocada por el esfuerzo, le dice a Gu Luxan:
– ¡Esta vez sí que no podrá decirme que no! ¡Aquí está su persiana rosa con pintas rosas irregulares de 30 piezas!
Gu Luxan la miró y remiró con todo detenimiento.
– ¿Cuánto tiene de largo?
– Siete palmos y seis dedos, tamaño furuñuco desde luego.
– ¡Es muy pequeña, ya me lo parecía! La ventana de mi cuarto tiene nueve palmos exactos de ancho.
– ¡Maldita sea, extranjero Gu Luxan! ¡Dígame de una vez por todas qué otros detalles debe llevar su asquerosa persiana, y no me haga perder más el tiempo! ¡En vez de vender una persiana, hasta ahora he tenido que fabricar tres más que no tengo ni idea de cuándo podré vender! ¡Eso, si es que vendo alguna de ellas...!
– ¡Hum, vamos a ver...! Sólo harán falta tiradores de pelo de camello azul, soporte de hilo de espanto y... ¡ah, sí! Las piezas deben de tener 5 dedos de ancho. Tamaño furuñuco, por supuesto.
La Araña Tejedora de Persianas cogió la libreta que portaba en la séptima pata y con la octava escribió todos los detalles que faltaban. Luego se fue con la tercera persiana bajo la quinta pata, sin bufar ni patear ni siquiera echar humo...

(Continuará...)

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18 agosto 2008

Aventuras de Gu Luxan (5ª parte)

A la entrada del País Debajo de la Tierra había un perro guardián vestido de uniforme rojo.
El perro dio el alto a Gu Luxan y al furuñuco.
– ¡Para poder seguir primero deberán mostrar sus pasaportes!
El furuñuco, sin inmutarse, sacó un pasaporte color aire de su bolso color aire y se lo enseñó al perro guardián. Éste estampó un sello con tinta color aire en una de las hojas y se lo devolvió al furuñuco.
Por su parte, Gu Luxan le dijo al perro:
– Soy extranjero y no tengo pasaporte.
– ¡No hay problema, puedo darle uno!
El perro rebuscó entre los papeles de una estantería color aire y sacó una hoja del mismo color. Con una pluma, también de color aire, fue llenando los datos de Gu Luxan.
– Color de los dientes... blancos. Uñas largas, salvo cuando se las corta... Lengua roja... Se hurga la nariz... con el dedo índice de la mano derecha... Tiene un lunar encima... de las gafas... Pestaña izquierda... con 345 pelos. Ceja izquierda con... 75.902 pelos, más uno que está creciendo...
Cuando terminó de reflejar todos los datos importantes, entregó el pasaporte provisional a Gu Luxan para que lo firmara. Gu Luxan vio que no había sitio para su firma, por lo que lo firmó en el filo, entre las dos caras, y se lo devolvió al perro guardián. Éste estampó el sello, consultó su reloj de bolsillo tamaño torre, y oyó cómo daba las doce en su campanario. De la estantería color aire cogió un bocadillo y le dio un par de mordidas; tras lo cual devolvió el bocadillo a la estantería, recogió el pasaporte de Gu Luxan y se lo entregó al fin.
– Muy bien, extranjero Gu Luxan, puede continuar.
Gu Luxan subió nuevamente a su trimorfio trimano trial y siguió al furuñuco, que flotaba sobre la avenida: los furuñucos tienen 86 piernas, pero nunca se aclaran a la hora de caminar porque no saben cual de todas ellas usar; por eso prefieren flotar.
Al final de la avenida, un gran cartel decía:
"Bienvenido al País Debajo de la Tierra. Se prohibe el paso de trimorfios y vehículos similares. Aparque el suyo aquí al lado. Es una cortesía de Kola Boba, el refresco que haría mejor en no probar".
Y allí al lado había, en efecto, un gigantesco aparcamiento de 19 plantas lleno hasta rebosar de trimorfios y otros vehículos. En la puerta decía: "Aparcamientos Kola Boba. Plazas disponibles: 000001".
Era evidente que había sitio para que Gu Luxan dejara allí su trimorfio. Así lo hizo, recogió su ficha y siguió andando tras el furuñuco.
Llegaron a una escalera y un ascensor, que estaban ambos junto a la entrada de un edificio color plata dorada.
El furuñuco explicó a Gu Luxan:
– El ascensor es para bajar, la escalera para subir.
Subieron por la escalera hasta el piso 329, donde les salió al paso la Araña Tejedora de Persianas, que con su voz tronante y terrorífica les dijo:
– ¡Compren una preciosa persiana de artesanía, o de lo contrario no les dejaré pasar!
El furuñuco se asustó tanto que se volvió azul. Pero Gu Luxan, con calma gélida preguntó:
– ¿Las tiene en colores moteados?
La Araña Tejedora de Persianas se quedó atónita y sorprendida por completo. Alzó las antenas y cuatro de sus patas, y dijo:
– Pues no, no tengo...
– Yo sólo compro persianas moteadas, para que hagan juego con los muebles de mi casa– indicó Gu Luxan, añadiendo como explicación –Son también moteados.
El furuñuco azulado por el miedo recuperó el tono rosa al ver el increíble valor de Gu Luxan. Éste a su vez prosiguió:
– Si me hace una persiana en colores moteados, se la compro al regreso.
– De acuerdo, ¿en qué colores la quiere usted?
– Que sea rosa con pintas rosas.
De ese modo pudieron proseguir Gu Luxan y el furuñuco escalera arriba. Y al llegar al piso 603 se toparon con un cartel que decía:
"Aquí termina el edificio. Aquí también empieza la escalera que baja".
Había en efecto una escalera que bajaba y un ascensor que subía.
– Pero, ¿a dónde sube el ascensor, si aquí termina el edificio? –preguntó Gu Luxan.
– Al sótano –explicó el furuñuco– Primero llega al sótano y luego sube. O también puede decirse que sube y sube hasta llegar al sótano.
– No lo entiendo, pero vamos al sótano.
Entraron en el ascensor. El furuñuco pulsó el botón del sótano (que por cierto era el único botón que tenía). El ascensor comenzó a subir y subir y subir más y más, hasta que se detuvo. Estaban en el sótano.
Se abrió la puerta, y ¡allí estaba la araña Tejedora de Persianas!
– Extranjero Gu Luxan– dijo con su voz tronante, si bien algo cansada –aquí tiene su persiana rosa moteada en rosa.
Gu Luxan examinó la persiana con detenimiento y dijo al fin:
– No. No es así como yo la quería. Olvidé decírselo, me temo. Esta persiana tiene las pintas redondas, y los muebles de mi casa las tienen irregulares, pues son todos ellos de piel de leopardo rosa.
La Araña Tejedora de Persianas bufó de rabia.
– ¡Está bien! ¡Haré una persiana nueva! Pero nadie se burla de mí en este país. ¡Antes de que se haya usted marchado del País Debajo de la Tierra, juro que habrá tenido que comprar mi persiana!
– De eso puede estar usted bien segura, Doña Araña Tejedora de Persianas.

(Continuará...)

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16 agosto 2008

Aventuras de Gu Luxan (4ª parte)

Ya oscurecía y se apagaban las farolas. En el País Donde Nunca Pasa Nada se encienden las farolas durante el día y se apagan durante la noche, porque nunca pasa nada.
Gu Luxan cerró el libro misterioso y miró a su izquierda.
Allí estaba un furuñuco rosado, sentado a su lado. El furuñuco miró a Gu Luxan con sus 385 ojos, todos de diferente color y tamaño.
Gu Luxan, quien nunca había visto a un furuñuco ni sabía lo que era, le preguntó:
– Buenas tardes, señor. ¿Sería tan amable de decirme qué es usted?
– Soy un furuñuco rosado, ¿no lo había notado?
– ¡Pues ahora que lo dice, ya caigo! ¡Es cierto! Y dígame, señor furuñuco, ¿le ha gustado mi aventura? Porque supongo que habrá podido leerla en mi libro, ¿no es así?
– ¡Psché!, algo aburridilla me ha parecido. Yo he imaginado mejores aventuras que esa. Claro que aquí, en el País Donde Nunca Pasa Nada, una aventurilla como esa es lo mejor que puede encontrarse.
Gu Luxan dudaba entre la vergüenza y el enfado. ¡Él, que tan contento estaba con su aventura, y un furuñuco cualquiera lo dejaba en ridículo...!
– Si conoce aventuras mejores que ésta, ¿por qué no me enseña una de ellas? –retó al furuñuco.
El furuñuco abrió su bolso color aire y de su interior sacó un libro color aire. Como eran del color del aire, apenas se apreciaban en medio del aire.
El furuñuco abrió el libro color aire por una determinada página, marcada con una pluma de color aire, y la señaló a Gu Luxan.
– Mire aquí, donde empieza la mejor de las aventuras.
Gu Luxan pudo así leer la aventura de Gu Luxan y el furuñuco de color rosa.

Cierto día, viajaba Gu Luxan en su triciclo trirreme tricornio y pasó junto a un pozo hecho de jade brillante con ópalos y perlas negras incrustadas. Gu Luxan no se extrañó por todo ello, pues a fin de cuentas estaba en el País de las Cosas Increíbles, y allí nada de raro tenía un pozo de jade brillante con incrustaciones. Pero he aquí que puede verse un ojo asomando sobre el pozo, ¡y eso sí que llamó la atención de Gu Luxan! Era un ojo negro sin pestañas.
Gu Luxan se acercó al pozo, y vio que además del ojo negro habían otros 384 ojos más, todos ellos de diferentes tamaños y colores. Y todos los 385 ojos pertenecían al mismo cuerpo, el de un ser extravagante de color rosa crema.
Gu Luxan preguntó al extraño ser:
– Buenas tardes, señor. ¿Sería tan amable de decirme qué es usted?
– Soy un furuñuco rosado, ¿no lo había notado?
– ¡Pues ahora que lo dice, ya caigo! ¡Es cierto! Y dígame, señor furuñuco, ¿qué hace ahí asomado al pozo? ¿No teme caerse?
– Esto que parece un pozo no es tal, es la entrada al País Debajo de la Tierra, donde habitamos nosotros los furuñucos rosados.
– Me encantaría conocer ese País Debajo de la Tierra.
– Puede usted venir. Hágame el favor de alcanzarme su vehículo.
Gu Luxan cogió su triciclo trirreme tricornio y se le entregó al furuñuco. Éste lo convirtió en un trimorfio trimano trial sin más que cambiarle el rotor neumático por un pisciforme abocinado.
Gu Luxan subió al trimorfio trimano trial y bajó por la escalera que descendía al País Debajo de la Tierra, siguiendo al furuñuco rosado.
(Continuará...)

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14 agosto 2008

Aventuras de Gu Luxan (3ª parte)

Mucho, mucho tiempo estuvo Gu Luxan contando a la Gran Serpiente de Mar la historia de Gu Luxan y la Gran Serpiente de Mar. Tanto tiempo estuvo que nos sale un número de días realmente inimaginable, un estrellón de días. Para que puedan hacerse una idea de cuánto es un estrellón, diré que es mucho, muchísimo más que un millón de millones, que un billón de billones, incluso más que un trillón de trillones.
Así, después de un estrellón de días oyendo a Gu Luxan, la Gran Serpiente de mar no había pestañeado ni una sola vez. Y como es bien sabido (incluso lo saben los burros de Burrilandia, que no saben absolutamente nada), los ojos de las grandes serpientes de mar del Planeta Lleno de Aventuras tienen largas pestañas, que deben mover al menos una vez cada estrellón de días. De lo contrario, los ojos se secan y la serpiente se muere rápidamente.
¡Eso fue lo que le sucedió a la Gran Serpiente de Mar! Oyendo a Gu Luxan se olvidó de pestañear, se le secaron los ojos y murió.
Gu Luxan se enfadó terriblemente con la gran serpiente.
– ¡Eh tú, malcriada, que aún no termina mi historia!
Pues, en efecto, no pudo terminar la historia de Gu Luxan y la Gran Serpiente de Mar. Porque en ese preciso momento apareció el Gran Rey Ojo de Cristal Cromado subido en su gran trineo aéreo impulsado por 896 chirigones voladores (los chirigones voladores son una raza de chirigones muy parecidos a los chimiflautas, que como se sabe son similares a los pantenautas y a los lemigotes, pero con el tamaño de los gurpentilos).
De todos es sabido que los chirigones voladores no son capaces de permanecer atados mucho rato, por eso no es de extrañar que cuando el Gran Rey Ojo de Cristal Cromado aterrizara sólo quedaban 751 chirigones uncidos a su trineo aéreo. Y cuando habló a Gu Luxan tenía 918 chirigones (pues volvieron unos 203 que antes se habían marchado).
– ¡Oh Gran Valiente Aventurero Gu Luxan! ¡Tengo el grandísimo honor de darte la gran enhorabuena por tu gran hazaña! ¡Has vencido con gran esfuerzo a la Gran Serpiente de Mar que tan lleno de gran temor tenía a todo mi gran pueblo! ¡Por eso, en mi gran magnanimidad se hago obsequio de esta muy grande cantidad de oro!
Y surgió otro gran trineo aéreo, éste llevado por 516 chirigones voladores. Cuando aterrizó tenía 181 chirigones uncidos y un gran cofre de oro, lleno también de oro. Gu Luxan lo cogió con gran esfuerzo, y dejó el trineo vacío (aparte de los 1.778 chirigones).
Y siguió hablando el Rey:
– ¡Y comoquiera que mi gran generosidad es ciertamente grandísima, te doy el más grande de los presentes, te concedo la gran mano de mi gran hija!
Gu Luxan vio cómo aparecía una enorme mano tras el horizonte lejano. Tras ella, un enorme brazo, una enorme cabeza, un enorme cuello, un enorme torso...
Aterrorizado, no esperó a ver aparecer todo el enorme cuerpo de la gran hija del Rey y cogiendo el oro se fue nadando a toda velocidad.
La pobre gran hija del Rey se acercó a su gran padre y llorando grandes lágrimas le dijo:
– ¡No entiendo porqué todos los hombres huyen de mí!
– No te preocupes, gran hija. Ya hallaremos alguno lo bastante grande para ti.
Y cargado con el cofre lleno de oro, Gu Luxan llegó nadando a la playa del País Donde Nunca Pasa Nada y se encontró cerca de la plaza a un vendedor de libros en blanco. Le compró uno lleno de misterio y se fue a leerlo en un banco bajo la luz de 25 farolas.
(Continuará...)

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13 agosto 2008

Aventuras de Gu Luxan (2ª parte)

A un lugar muy remoto y lejano, llamado el Planeta Lleno de Aventuras, llegó Gu Luxan en una nave especial. Especial, además de espacial, porque estaba hecha con una lata de sardinas especiales, e iba tirada por 55 dragones muy especiales.
Nada más llegar fue recibido por el Gran Rey Ojo de Cristal Cromado. Su Majestad para hablar con Gu Luxan se quitó la corona, luego el casco de su traje espacial y volvió a ponerse la corona. Pues no podía hablar sin la corona puesta, ya que todo el mundo sabe que ningún rey del Planeta Lleno de Aventuras puede hablar sin corona.
Así, con la corona puesta, habló el Gran Rey Ojo de Cristal Cromado a Gu Luxan:
– ¡Gran aventurero Gu Luxan, tengo gran necesidad de tu gran habilidad!
– Estoy al servicio de Vuestra Majestad.
La Gran Serpiente de Mar ha aparecido de nuevo en mi gran país y ha llenado de gran terror a todo mi gran pueblo. Tengo la gran esperanza de que un gran hombre como tú sea capaz de vencer tan grande amenaza.
– De ello puede estar segura Vuestra Majestad.
– Si lo logras, de lo que tengo gran seguridad, tendrás la gran certeza de que te obsequiaré con gran cantidad de oro y recibirás la gran mano de mi gran hija.
– Me siento sumamente honrado del honor tan alto que me hace Vuestra Majestad.
Y sin más, el Gran Rey Ojo de Cristal Cromado se quitó la corona, se puso el casco y encima de él, la corona. Pues todo el mundo sabe que ningún rey del Planeta Lleno de Aventuras se pone su traje espacial sin llevar puesta la corona.
Gu Luxan se armó de valor y viajó hasta la gran costa del gran país del Gran Rey Ojo de Cristal Cromado. Una vez allí pidió prestada una gran barca y navegó por el gran océano. Después de muy grandes esfuerzos, de superar grandes tormentas y pasar gran frío por el día y gran calor por la noche, halló por fin a la Gran Serpiente de Mar.La Gran Serpiente de Mar abrió su gran boca para tragarse a Gu Luxan pero éste, armado de gran valor, alzó la mano y dijo:
– ¡Gran Serpiente de Mar, antes de entrar en tu gran estómago para así calmar tu gran hambre, permíteme contarte una pequeña historia!
La Gran Serpiente de Mar respondió muy enfadada:
– ¡No quiero pequeñas historias! Si quieres vivir, ¡haz de contar una gran historia!
Y Gu Luxan contó a la Gran Serpiente de Mar la siguiente historia:
"En un lejano país, un valiente aventurero llamado Gu Luxan se hizo a la mar. En medio de una gran tormenta se le apareció la Gran Serpiente de Mar que abriendo su gran boca se dispuso a devorarlo. Pero el valiente Gu Luxan, armado de valor, alzó la mano y dijo:
– ¡Gran Serpiente de Mar, antes de entrar en tu gran estómago para así calmar tu gran hambre, permíteme contarte una pequeña historia!
La Gran Serpiente de Mar respondió muy enfadada:
– ¡No quiero pequeñas historias! Si quieres vivir, ¡haz de contar una gran historia!
Y Gu Luxan contó a la Gran Serpiente de Mar la siguiente historia:
'En un lejano país, un valiente aventurero llamado Gu Luxan se hizo a la mar...

....' ...."

(Continuará...)

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12 agosto 2008

Las Extravagantes Aventuras de Gu Luxan (1ª parte)

En el País Donde Nunca Pasa Nada vive un diminuto señor llamado Gu Luxan. No se diferencia gran cosa de los otros diminutos señores del País Donde Nunca Pasa Nada: son todos ellos diminutos señores y diminutas señoras, y hasta los niños son diminutos. Pero Gu Luxan tiene una terrible desgracia sobre él: en el País Donde Nunca Pasa Nada le pasan cosas, precisamente a él, a Gu Luxan. Y no son cosas corrientes, por cierto; ¡le pasa cada cosa al pobre Gu Luxan!
Un día normal, como son todos los días en el País Donde Nunca Pasa Nada, caminaba Gu Luxan por la Calle Mayor de su pueblo; cerca de la plaza estaba un vendedor de libros en blanco. Gu Luxan se acercó a curiosear.
– Buenos días, vendedor –dijo.
– Como lo son todos en este hermoso lugar –respondió el vendedor.
– En efecto, gran hombre. Dígame, ¿eso que tiene ahí son libros en blanco?
– Sí señor. Tengo la mayor variedad de libros en blanco. Mírelos, en todos los tamaños, de 10 a 1.500 hojas, encuadernados en piel o en pasta, de papel o de pergamino, ¡en fin! como usted los prefiera, señor.
– Sí, pero dígame ¿para que quiero yo un libro sin nada escrito?
– ¡Ah, pero es ahí donde está la gran novedad de los libros en blanco!
– No entiendo.
– Pueden decir lo que usted quiera. Por ejemplo, dígame ¿por casualidad ha tenido usted la oportunidad de escribir un libro alguna vez?
– Pues no, la verdad es que no. Tengo por ahí un par de novelas, pero no he hallado quien me las publique.
– En ese caso, ¡aquí está su gran oportunidad! Compra usted uno de mis libros en blanco y escribe en él esa novela que siempre deseó publicar. Así podrá tener sus propios libros. Pero aún hay más.
– ¿Más?
– Sí. Puede usted leer todos los libros que desee, escritos por quien sea, y con los más hermosos tipos de letras y las más preciosas ilustraciones.
– ¿Cómo?
– Le basta con imaginar que en las hojas blancas está escrito todo aquello que quiere leer y contemplar.
– ¡Qué maravilla! ¡Bien, le compro uno en el que no pase nada!
– Eso es más difícil. Pero puedo ofrecerle éste lleno de misterio.
– ¿Qué clase de misterio?
– No lo sé. Ahí es donde está el misterio.
Gu Luxan lo pensó durante 4.827 momentos. Pero en el País Donde Nunca Pasa Nada el tiempo corre muy deprisa, ¡y eso que eran momentos de larga duración! Así pues, antes de terminar el día se había decidido, y compró el libro misterioso.
Gu Luxan se moría de ganas por leer el libro misterioso, por lo que siguió andando hasta la plaza y allí se sentó en un banco a leer bajo la luz de 25 farolas.
Nada más abrir el libro, se quedó extasiado ante las hermosas hojas blancas satinadas. Allí estaba la gran aventura que siempre deseó. Porque aunque a Gu Luxan le pasaban cosas, nunca, lo que se dice nunca había tenido una auténtica aventura.
Y Gu Luxan se vio a sí mismo en esa aventura...
(Continuará...)

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